Brújula desde la fe

Para caminar en el día a día

Existen actitudes mejores y peores para afrontar el reto que nos plantea la existencia cada día. No es cosa diferente para los cristianos, a quienes su fe no supone una ventaja en los problemas de la vida. La Buena Noticia evangélica no va por ahí, pues la religión no es un asidero para esquivar los problemas, sino para superarlos y darles un sentido a partir de las normas de conducta que Jesucristo nos marca.

Nada que ver con las actitudes cobardes o con la falta de coraje; lo que se nos pide es un esfuerzo por cambiar a mejor nuestro interior como requisito necesario si queremos mejorar lo que nos rodea.

Pero estamos en crisis y nuestro interior es un batiburrillo de miedos, deseos, anhelos y contradicciones. No es suficiente el evangelio ni el profeta en forma de Papa Francisco  para este momento concreto, tan difícil, para un cristiano que no quiere encerrarse en su burbuja sino vivir en el mundo a la manera que nos enseñó el Maestro.  Veamos algunas pautas de oración que se me ocurren para navegar por el desierto de este tiempo tan poco luminoso espiritualmente hablando:

  • Es preciso no perder la calma. Es necesario pedir luz y fuerza.
  • Abrirse a la escucha: el cielo emite noche y día.
  • Actuar como si todo dependiese de mi, sabiendo que todo depende de Dios.
  • La fuerza de mi debilidad es la oración. Cristo dijo: “pedid y recibiréis”.
  • Temple, templanza. Saber encajar la situación actual. Hoy no es siempre.
  • No pensar siempre en uno mismo: descentrase del “yo”.
  • El prójimo es la gran referencia de Dios en esta vida.
  • No rezar para Dios realice mis planes, sino para que yo interprete los planes de Dios.
  • Estoy donde Él quiere que esté. Es mi guía y solo me pide que trabaje. Él me lleva.
  • Esperanza por encima del hecho puntual que abruma. Mi realidad percibida es parcial.
  • Que no me condicione el ambiente en mi tarea de crecimiento personal y de arreglar en lo posible el día a día, quitando cruces y, sobre todo, no poniendo nuevas cruces a los demás.
  • Esperar “en Dios”, más que esperar “que ocurrirá tal deseo”. Valorar más el esfuerzo realizado más que el resultado deseado. Nuestros enemigos son la ansiedad y la frustración.
  • Valoremos todo lo que tenemos: afectos, salud, fe, familia, trabajo, amigos, cultura, dinero y miles de cosas más que somos incapaces de ver ni de agradecer. Son gratis, son regalos de Dios.

REZAR

Hablar con Dios

Escuchar a Dos

Pedir luz y fuerza

SER POSITIVO

Sonreír

Escuchar

Respetar

Ofrecerse

ACEPTAR LO QUE NO PODEMOS CAMBIAR

Saber que Dios nos quiere

Seguir sin desfallecer, sin parar

Ofrecer el sufrimiento

Esperar

Dar gracias

HACER

Lo pequeño, es grande

Mi tarea es importante

Lo cotidiano, crea

MEJORAR

Pensar bien

Hablar bien

No difamar

AUTOESTIMA

Recordar todo lo bueno que tengo

Vivir el presente

Confianza: todo es gracia

MADURAR

Relativizar

Maravillarse

Perdonar

Aceptar

Aceptarse

No temer

Todas estas pautas me han servido para centrarme en la confianza y en la esperanza al atravesar desiertos muy difíciles que no auguraban nada bueno. Pero el desierto pasa. Todo pasa porque somos peregrinos en camino. Se trata de vivir de una determinada manera con lo que llega o lo que nosotros generamos. Lo importante no es lo que nos acontece, aunque sea algo bueno, sino cómo lo afrontamos. En nuestra actitud está la respuesta. En nuestra disposición y entrega está la clave para acertar en nuestra apuesta vital.

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