Carta abierta a monseñor Argüello

Me dirijo a usted como presidente que es de la CEE, en relación a sus declaraciones sobre el adelanto electoral. Entiendo que se manifiesta en nombre de todo el episcopado al que representa al no haber desmentido titulares de prensa como este: “Los obispos respaldan la petición de elecciones anticipadas de Argüello”. Al menos el arzobispo de Tarragona se ha declarado abiertamente en contra de lo expresado en su nota. ¿Se debe entender que los obispos que no se han pronunciado públicamente están de acuerdo con su declaración institucional pidiendo al presidente del Gobierno convoque elecciones?

Se olvida usted que, durante la Transición, la Iglesia jugó un papel destacado en favor de la reconciliación entre diferentes. Bajo el liderazgo del cardenal Enrique y Tarancón, la CEE se desmarcó del nacionalcatolicismo franquista para alinearse claramente con los principios democráticos desde una posición pastoral firme. Por eso fue posible mantener la posición de monseñor Añoveros, apoyado por Pablo VI, frente a quienes pretendieron expulsarle de la diócesis de Bilbao; y allí se mantuvo, prestigiando lo que representa nuestra Iglesia.

Usted conoce bien que fue bajo la presidencia del cardenal Rouco Varela cuando la Iglesia institucional adoptó una postura combativa desde la nostalgia de una Iglesia oficial consorte de la dictadura. En ese tiempo la CEE aprobó, sin unanimidad, un documento a favor de la unidad de España, y los obispos catalanes reivindicaron la legitimidad moral de todas las opciones políticas democráticas. Algo similar ocurrió en los años del Procés.

En esta ocasión, su propuesta, monseñor, también chirría porque la conveniencia o no del adelanto electoral no es asunto en el que la jerarquía episcopal tenga nada que decir de manera oficial. Su declaración se escuda en la corrupción existente cuando usted ahí pierde legitimidad moral. Ahora mismo existen más de 30 causas abiertas por corrupción en el principal partido de la oposición, algunas muy graves, como la llamada “policía política”, y usted no ha realizado una declaración similar. Vox acaba de ser condenado con casi un millón de euros por financiación ilegal, y usted participa en un acto público de Vox, mano a mano con Santiago Abascal y con el filósofo de la ultraderecha, Miguel Ángel Quintana Paz, presentando un libro de este. Mejor haría usted en gestionar la pederastia eclesial con mayor misericordia, humildad, perdón y reparación a las víctimas, como presidente CEE.

Jesús de Nazaret entró en política, y por eso le mataron. Pero no entró en una política partidista, que es lo que usted ha hecho al pronunciarse oficialmente sobre el adelanto electoral. Cuando condenaron al PP como partido corrupto (hasta ahora la única organización política condenada en democracia) nada se dijo desde la CEE.

Le recuerdo, además, que su secretario y portavoz de los obispos ha enfatizado que “la corrupción es uno de los cánceres de una democracia, porque, sea del color que sea, mina los pilares de una democracia entendida como el gobierno del pueblo”. Sea del color que sea, dice su portavoz Magán… para afirmar seguidamente que “hay que buscar el bien común de la sociedad para salvar el sistema” ¿Se da cuenta, monseñor Argüello, del daño que hacen estas declaraciones grandilocuentes? ¿Ha medido las consecuencias en clave de convivencia y espíritu cristiano pensando en los miles de católicos y no católicos que las escuchan? El dicho “quien calla otorga”, no es un axioma; el que calla, calla, aunque tenga opinión y se escandalice.

No es la primera vez que usted marca el paso en una dirección poco misericordiosa. No solo en el contexto de la pederastia. Se manifestó a favor de aplicar terapias a los homosexuales, a pesar de que añadió que la cuestión médica no es competencia de la Iglesia. Es doloroso el estigma eclesial al colectivo homosexual por serlo (pecado), y al mismo tiempo usted se muestre favorable a las terapias de conversión (enfermedad). Según la lógica legalista, es un oxímoron. La realidad es que dichas terapias ya cuentan con el registro parlamentario de una ley que castiga dicha actividad terapéutica (?) con penas de cárcel.

La iglesia es mucho más que la institución eclesial, es Pueblo de Dios llamado a proclamar el Evangelio como la mejor Noticia. Creo que usted debería tener más cuidado cuando se manifiesta institucionalmente, como pastor que vela al menos por la coherencia. Y aprender de la Biblia: seguro que tampoco sería fácil para José y Daniel vivir envueltos en gobiernos paganos, pero ambos supieron mantener su integridad y dar testimonio de su fe con coherencia, libres de servidumbres en medio de incertidumbres y corrupciones.

Lo cierto es que usted no es el único culpable. Al haberse decidido por una declaración institucional, en lugar de por una opinión personal a la que tiene derecho, ha comprometido a todos los miembros de la CEE. Y de la misma manera que el arzobispo Joan Planellas se ha desmarcado alto y claro de sus opiniones -"La Iglesia no debe entrar en política partidista"- otros que puedan pensar y sentir como él deberían seguir el mismo camino; más que nada pensando en las feligresías a las que se deben. ¿Cobardía? ¿Prudencia? ¿Sumisión? ¿Aguante? ¿Duda? ¿A quién le beneficia o le perjudica este silencio? Al menos el cardenal Cobo ha publicado una inteligente reflexión en Alfa y Omega que merece la pena que usted la lea.

Acabo, monseñor. Parece no darse cuenta de lo fácil que resulta escandalizar cuando la incongruencia de las actitudes supera la credibilidad del ministerio que le ha sido conferido. Y quien más sufre la credibilidad, más que la de ustedes, es el Mensaje. Esto es lo más grave de todo.

Por favor se lo pido, recapacite y rectifique, que la sociedad necesita de la Iglesia un liderazgo cristiano de servicio, de compasión y de misericordia. Feliz verano, monseñor.

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