Ecclesiam muy suam

Como tengo muy presente que el nombre que preside este blog es Punto de encuentro, quisiera manifestarme con este objetivo sobre las actitudes del obispo Munilla; que ya no son manifestaciones sino que estas conforman una actitud alejada, creo yo, de lo que se necesita de un obispo en una comunidad cristiana madura, como es la diócesis guipuzcoana.

Quiero, por tanto, rescatar una reflexión de Pablo VI escritas en la Ecclesiam suam, que deberían desencadenar la reflexión de Munilla: "La Iglesia debe estar pronta para sostener el diálogo con todos los hombres de buena voluntad dentro y fuera de su ámbito propio. Ninguno es extraño al corazón de la Iglesia. Ninguno es indiferente para su ministerio. Ninguno le es enemigo, con tal que él mismo no quiera serlo. No en vano se llama católica, no en vano está encargada de promover en el mundo la unidad, el amor, la paz."

La condena, la ortodoxia, la acusación, la denuncia alejada del profetismo como actitud pastoral nunca encontrarán acomodo evangélico ni serán puente de encuentro. Al revés. Fíjese en el papa Francisco, en cómo hace la denuncia profética con actitud de acogida resaltando como nadie lo que verdaderamente Jesús nos transmitió como alegría noticiable, como esperanza compartible y como actitud salvadora.

Aún le queda verano por delante hasta el próximo curso diocesano. Reflexione y recuerde el mensaje del papa sobre que los obispos deben oler a oveja, por su compromiso y ejemplo al frente de su comunidad, que no enfrente y con postura belicosa, casi contra ella, como si la institución fuera más importante que el mensaje. Frente a un sistema cerrado de pensamiento que mantea el adoctrinamiento ideologizado, es necesario que nuestros obispos se abran a la acogida compasiva y misericordiosa desde el ejemplo de su fe. No interesa ya lo que él o yo creamos, sino el testimonio que ofrecemos a quienes necesitan luz y fuerza espiritual en sus vidas. Casi me parece, monseñor, que el problema es ya en qué Jesús, en que Cristo encarnado creemos y hemos experimentado. Porque el evangelio es igual para todos, seamos obispos o laicos: un maravilloso punto de encuentro, en el que a usted no le reconozco, dicho sea con todo el respeto. Laus Deo Semper.
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