Lección universal

Cuenta una antigua enseñanza oriental que el pueblo dijo al maestro: háblanos del dar. Y él respondió:

Decís a menudo, “Daría, pero solo a quien lo mereciera”. Los árboles en vuestro huerto no hablan de ese modo, ni los rebaños en vuestra pradera. Ellos dan para vivir, ya que guardar es perecer. Todo aquél que merece recibir sus días y sus noches, merece de vosotros todo lo demás. Y aquél que mereció beber el océano de la vida, merece llenar su copa en vuestra pequeña fuente.

Mirad primero si vosotros mismos merecéis dar y ser el instrumento de dar, Vosotros, que os creéis dadores no sois más que testigos.

¿Y hay algo, acaso, que pueda guardarse? Todo lo que tenéis será entregado algún día: dad, pues, ahora que la estación de dar es vuestra y no de vuestros herederos.

¿En qué lugar es feliz quien no se ocupa más que de sí mismo? (Proverbio chino).

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