Llamada a la denuncia solidaria
| Gabriel Mª Otalora
Leo en el último número de la revista SIT (Solidaridad Internacional Trinitaria) unos datos preocupantes sobre la realidad mundial de los cristianos perseguidos. En una Carta circular del ministro general, Luigi Buccarello, recuerda que una de las esencias de la orden trinitaria es “el compromiso con los que sufren a causa de su fe”. Y ocuparse de los cristianos perseguidos “significa responder a uno de los retos más complejos y urgentes de la actualidad” por el aumento de las persecuciones religiosas en las últimas décadas.
En concreto, Buccarello se refiere en su Carta a los últimos informes que señalan la cifra de 250 millones de cristianos que están sufriendo discriminación y persecución, incluso padeciendo el martirio. Esta cifra señala a uno de cada siete cristianos que “sufre graves discriminaciones por su fidelidad al Evangelio”. ¿Por qué prima la indiferencia o el silencio cómplice sobre la solidaridad? No me refiero solo a las agencias de noticias, sino a la propia institución eclesial occidental, que no muestra suficiente capacidad de denuncia y de sensibilización ante un problema existencial en torno a la evangelización y a los derechos humanos más elementales de libertad religiosa.
Tan preocupados como estamos por cuestiones institucionales y de estructura eclesial, no sentimos como propio el clamor de semejante injusticia planetaria. De hecho, sabemos más de las persecuciones del imperio romano que de las que ocurren en pleno siglo XXI. Los cristianos del Primer Mundo no estamos concienciados, como no lo está el conjunto de la sociedad, que no percibe la gravedad del problema por lo que el problema no existe en nuestra conciencia social. Esto me parece igual de preocupante ante la impunidad que supone.
En el tenebroso ranking de persecuciones cristianas, Corea del Norte ocupa el primer puesto. El resto de los mayores perseguidores son casi siempre los mismos: Somalia (puesto 2), Libia (puesto 3), Eritrea (puesto 4), Yemen (puesto 5), Nigeria (puesto 6), Pakistán (puesto 7), Sudán (puesto 8), Irán (puesto 9) y Afganistán (puesto 10). Según la ONG católica Puertas Abiertas, incrementan su represión Omán, Burkina Faso, Nicaragua, Argelia y Laos. Nicaragua sube del puesto 50 al 30, mientras que Argelia pasa del puesto 19 al 15, debido a que las autoridades intensificaron una campaña contra la iglesia protestante, de la que solo permanecen abiertas 4 de un total de 46 iglesias. Nicaragua está en sintonía Cuba, que pasa del puesto 27 al 22.
Por el contrario, Colombia registra un descenso, pasando del puesto 22 al 34. También se observó una mejora significativa en Vietnam al bajar del puesto 25 al 35, Indonesia (del puesto 33 al 42) y Turquía, del puesto 41 al 50. En el caso de Malí, los ciudadanos aprobaron una nueva constitución que reconoce a su minoría cristiana.
Por último, leo que la violencia del crimen organizado tiene especial presencia en México, Colombia y Honduras. Las actividades de sus grupos guerrilleros y bandas de narcotráfico se combinan con la corrupción estatal, lo que termina de conformar una actitud hostil para los cristianos de estos países que se ponen de parte de quienes sufren las injusticias.
Acabo preguntándome por la razón del desapego occidental general de los cristianos ante la situación de tantos millones de hermanos en la fe que sufren persecución y muerte por causa del Evangelio. 250 millones son muchos millones de perseguidos, pero otras fuentes hablan de elevar la cifra a más de 300 millones contando todas las situaciones de impedimento a la libertad de expresión religiosa tras los pasos de Jesús de Nazaret.
Vayan estas líneas de apoyo y solidaridad a quienes arriesgan su bienestar por la defensa de la fe, especialmente a la familia trinitaria, que luce su carisma a través de la labor del SIT con nuestros hermanos perseguidos por su fe. Tan lejos, y tan cerca de nosotros.