Trabajar nuestro interior

Adora y confía

Jesús ora en los momentos difíciles, da gracias al Padre y le alaba por haber revelado los misterios del Reino a los pequeños; ora solicitando el perdón en la cruz para los que le crucificaron; reza en los momentos decisivos de la misión: en el bautismo, predicación, elección de los discípulos, transfiguración… Su oración contagia, despierta interés en los demás hasta el punto de que su ejemplo anima a sus amigos a pedirle que les enseñe a orar como Él porque vieron que tenía otra hondura y superaba los formulismos y las oraciones recitadas de memoria. Lo suyo era dirigirse abierto al Padre con palabras sencillas y emotivas en el lenguaje de todos los días.

Es Dios quien toma siempre la iniciativa del encuentro, el que nos busca, sobre todo después de la caída. Todo lo realmente conocido viene de experiencias personales íntimas, únicas e irrepetibles, en los acontecimientos diarios y a través del prójimo. Esta experiencia de Dios Amor nos invita al compromiso de ser gracia para otros.

Si nos abrimos al amor de Dios confiadamente, nos iluminará la existencia. Es la mejor oración de petición desde la actitud de acogida y esperanza para que nos llene de luz y de su fortaleza. Esta es nuestra lucha y nuestra misión, trabajar en nuestro interior la actitud adecuada para dar una respuesta de amor en nuestro interior y a nuestro alrededor.

Por todo ello, hoy prefiero poner voz a un gran hombre de Dios que ha hecho famosa una de las oraciones más bellas que conozco. Se trata del jesuita Pierre Teilhard de Chardin. Para quien la conozca, volver a rezar estos sentimientos le resultará reconfortante. Y para quien no la conozca... espero que sea un precioso descubrimiento.  

Adora y confía No te inquietes por las dificultades de la vida,

por sus altibajos, por sus decepciones,

por su futuro más o menos sombrío.

Desea aquello que Dios desea.

Ofrécele en medio de inquietudes y dificultades

el sacrificio de tu alma sencilla que, pese a todo,

acepta los designios de su providencia.

Poco importa que te consideres un frustrado,

si Dios te considera plenamente realizado; a su gusto.

Entrégate confiado  ciegamente en este Dios

que te quiere para Él.

Y que llegará hasta ti, aunque no le veas nunca.

Piensa que te encuentras en sus manos,

tanto más fuertemente sostenido,

cuando más decaído y triste te encuentres.

Vive feliz. Te lo suplico.

Vive en paz. Que nada te turbe.

Que nada sea capaz de quitarte tu paz.

Ni el cansancio psíquico. Ni tus fallos morales.

Haz que brote, y conserva siempre sobre tu rostro,

una dulce sonrisa, reflejo de aquello que el Señor

continuamente te dirige.

Y en el fondo de tu alma coloca, antes que nada,

como fuente de energía y criterio de verdad,

todo aquello que te llene de la paz de Dios.

Recuerda: Todo aquello que te reprima e inquiete es falso.

Te lo aseguro en nombre de las leyes de la vida

y de las promesas de Dios.

Por eso, cuando te sientas afligido, triste,

adora y confía.

(P. Teilhard de Chardin, sj )

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