La base de toda oración

De todas las emociones, hay una por encima de las demás que apunta la ausencia o presencia de estrés en las relaciones humanas: el sentimiento de gratitud. (Hans Seyle)

Lo peor que nos puede pasar en tiempos revueltos y de grandes incertidumbres como los actuales, es olvidarnos de agradecer a Dios tantos bienes que nos da, aún en medio de las dificultades y agradecer las mismas dificultades como oportunidad de superación y crecimiento personal. Cuando dejamos de hacerlo, incapaces de percibir los bienes que recibimos a raudales, todos los días, empezando por la fe, la Eucaristía, la capacidad de amar y ser amados… perdemos la alegría de vivir, el sentido del paso por este mundo y del fin al que estamos llamados. Es entonces cuando aparece la tristeza existencial o crónica y nos invade la sensación de sinsentido proyectando nuestros sentimientos negativos a nuestro alrededor.

1 - Una persona agradecida se orienta no tanto en el don o beneficio recibido, sino en quien se lo dio. Este no fue el caso de los nueve leprosos curados por Jesús, que pensaron solo en ellos. 

2 - Una persona con actitud agradecida logra estar contenta con lo que tiene. Este fue el caso de la viuda del Evangelio al dar su céntimo al Templo sin esperar recibir nada a cambio, ni siquiera el reconocimiento y alabanza de los hombres. La gratitud no puede ir de la mano con la queja. Al revés, cuando más gratitud, menos sentimientos negativos.  

 3 - Una persona agradecida es consciente que non son sus méritos los que le han otorgado tantos bienes en la vida; no es exigente pues valora los dones recibidos. Este fue el caso del publicano que pedía perdón con humildad y sin alzar su cabeza al cielo. 

 4- Una persona agradecida soporta el dolor inevitable con aceptación, sin desesperarse, tratando de convertirlo en amor. Jesús es el mejor ejemplo. 

5- Los médicos están convencidos de la relación psicosomática existente entre lo que sentimos y pensamos y nuestro sistema inmunológico. El que se siente agradecido de corazón se sienta más feliz y alegre, ya que su actitud es un resorte capaz de activar las emociones positivas.

Desde la Presencia que nos sostiene, el cristiano tiene la obligación de ser alegre, y manifestar a su alrededor su dicha de conocer que en el amor está la base de todo, y que el plan de Dios o Buena Nueva es felicidad plena buscada para todos, gracias a que todos somos amados como hijos; no hay fiesta con raíz festiva más profunda. Los cristianos del Primer Mundo estamos ahítos de todo, incluso de sacramentos, liturgias y ritos, pero faltos de alegría y ejemplo a pesar de que manifestamos que somos hijos del Dios del amor que nos sabemos amados por un Dios que no falla nunca. Nuestra actitud poco agradecida convierte la fe gozosa en algo irreconocible para tantos que buscan al Cristo; y como no le reconocen entre nosotros, se alejan llamando a otras puertas.

Abramos las puertas al tiempo de verano reforzando la oración principal del cristiano: sentirse realmente agradecido.

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