Un nuevo tiempo con Juan

Los que se dedican a historiar la vida humana, coinciden en que una de las principales razones para no entender el presente es no haber comprendido primeramente el pasado. Yo creo que ocurre algo parecido cuando exploramos los caminos del evangelio y nos olvidamos que contexto histórico resulta fundamental para entender a Jesús, entonces y ahora, al seguir su actitud en el momento actual, a nuestra vida concreta.

Podemos observar una humanidad que forja imperios; y en paralelo, la creación de otros movimientos como los religiosos, que buscan darle sentido a la realidad. Así como la historia se ha narrado en clave de conquistas, también podemos verla avanzando hacia la libertad y la plenitud humana: el siglo V a.C., la experiencia del Jesús histórico como transformador luminoso de la existencia ofreciendo vida plena activando lo mejor del ser humano. El Renacimiento, La Revolución Industrial con todo lo que acarreó aquél exceso... Ahora vislumbramos un nuevo impulso humanista que trata de abrirse paso para transformarnos como especie en “animales espirituales”.

De hecho, ya existe la denominación “inteligencia espiritual” diferenciada de la inteligencia racional y emocional; no existe una inteligencia única. Espiritual significa “aquello que proporciona vitalidad”. Y en el caso de la inteligencia con este nombre, es una capacidad relacionada con el sentido humano de la trascendencia y con comportamientos tan importantes como la gratitud, el perdón, la humildad o la compasión (en el sentido mejor del término) de compartir solidariamente el dolor con el prójimo; la inteligencia para desarrollar la capacidad de asombro y admiración, el silencio; la profundidad existencial que tiene el amor. 

Nos acercamos al final de la Cuaresma y es el momento del evangelista Juan, el más espiritual de los cuatro evangelios. Los últimos domingos de Cuaresma son plenamente joánicos destacando la vida, la Verdad, las tinieblas, el testimonio y el rechazo, la Gloria... La vida plena y un nuevo tiempo como mensajes recurrentes en Juan.Con razón se ha llamado espiritual a este evangelio porque su objetivo fundamental es conducirnos a la Vida eterna a través de  nuevo culto en Espíritu y Verdad, aquí y ahora, frente al culto antiguo desarrollado en los templos de Jerusalén y Garizím. Agua viva, agua nueva en odres nuevos, frente al agua del pozo de Jacob que representa un estadio antiguo. 

El mundo avanza imparable pese a tantos vaivenes pendulares llenos de horrores y grandes conflictos que muestran la imagen más deshumanizada del ser humano. Jesús se refirió también a los nubarrones de la existencia. No obvió los tiempos de zozobra sino que les dio sentido, en realidad se lo dio a la realidad toda, a pesar de las circunstancias. La historia del Antiguo Testamento es todavía más clara a la hora de señalar las graves dificultades de la vida incluso en el camino de liberación del pueblo elegido. Pero Jesús pone el acento en la necesaria transformación personal que nos da el Espíritu en forma de vida nueva.

Cristo, fuente de Vida plena y definitiva, es el único que puede saciar de verdad y para siempre nuestra hambre y sed de eternidad (Jn 6,22-69). Creyendo, es decir, viviendo a su manera, tendremos vida por medio de Él (Jn 20,31).

Vivamos esta última parte de la Cuaresma como un mensaje escatológico que se cumple ahora por medio de Cristo. Ni la pandemia del virus ni los egoísmos terribles que dañan la vida pueden más que la fuerza de vida plena que Dios nos da. Es su plan, no es un momentito de generosidad puntual que la divinidad tiene con el frágil ser humano. Es su compromiso de amor divino en Alianza comprometida que trabaja con amor desmesurado aquí y ahora, cuya consecuencia es lograr la plenitud verdaderamente feliz y para siempre.

Abrámonos a la escucha, decididos a ser la mejor posibilidad de cada uno en el medio que nos haya tocado vivir, en cada momento de la vida. Esto es precisamente el plan de Dios, iluminado de manera especial en los textos de Juan ¡La Cuaresma de la vida nueva!

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