El pecado ecológico en la Exhortación papal

Francisco ha deshojado la margarita con su Exhortación Querida Amazonia, una vez que el Sínodo de obispos de esa región aprobara un documento sinodal en la línea de lo solicitado por él mismo, al expresar  públicamente su deseo de "propuestas audaces" con un nuevo impulso misionero de los laicos en las comunidades eclesiales ante la escasez de sacerdotes.

Querida Amazonia se centra principalmente en cuestiones culturales y ambientales sin respaldar los principales cambios solicitados por los obispos locales, mayoritariamente, para satisfacer graves necesidades, centrados en los laicos (viri probati) y mujeres (diaconado). Muchos católicos esperaban que el Papa fuera por el mismo camino en su Exhortación. No lo ha hecho, pero ha dejado la puerta abierta a estos temas para una mejor ocasión, quien sabe si por evitar un cisma. A ver cómo reacciona el Sínodo de la Iglesia alemana, tan en línea con los postulados del Sínodo amazónico.

El Papa lo que sí reitera es que la Iglesia debe estar al lado de los pobres ante las operaciones económicas que alimentan la devastación, los asesinatos, la corrupción, y que merecen el nombre de “injusticia y crimen”. Es necesario luchar contra la “colonización postmoderna” subrayando que la “visión consumista del ser humano” tiende a “homogeneizar las culturas” y esto repercute especialmente en los jóvenes. De hecho, se refiere al sueño ecológico de unir el cuidado del medio ambiente y el de las personas enlazando esto con la Encíclica Laudato si.

Se nos pide "liberarnos del paradigma tecnocrático y consumista que destroza la naturaleza”. Debemos escuchar el grito de que el desarrollo debe ser sostenible ante el problema de la supervivencia de la selva tropical y sus pueblos, que es donde hay que poner el foco ya que la ecología no es una cuestión meramente técnica. En este contexto, el pecado ecológico ya está definido para entrar en el catecismo de la Iglesia católica, tal y como dijo Francisco durante su discurso en el XX Congreso Internacional de la Asociación de Derecho Penal.

Los 184 padres sinodales del Amazonas también dejaron clara la necesidad de incluir “el pecado ecológico” entre la lista de pecados católicos e insistieron en la necesidad de definirlo "como una acción u omisión contra Dios, contra el prójimo, la comunidad y el ambiente" que se manifiesta en actos y hábitos de contaminación y destrucción de la armonía del ambiente así como con la transgresión de los "principios de interdependencia y la ruptura de las redes de solidaridad entre las criaturas" y "contra la justicia".

Sin embargo, la exhortación papal que acaba de ver la luz nada dice de dicho pecado, quitando valor moral a conductas que generan pandemias y atentan contra la Creación. No se entiende su no inclusión, después de denunciar el Papa las actividades del modelo utilizando durísimos términos con un lenguaje de denuncia profética, reiterándose en los contenidos de la encíclica Laudatio Sí y de la exhortación amazónica.

Tras la denuncia del comportamiento "suicida" de parte de un sistema económico mundial que convierte al planeta en un "depósito de porquería" por "el estilo de vida actual insostenible" y el "mecanismo consumista compulsivo" que contribuye a la destrucción del ecosistema del planeta, no aparece la guinda de llamar pecado al ecocidio que vivimos contra el bien común, máxime cuando el Papa ha manifestado que "introducir el pecado ecológico contra la casa común en el catecismo de la Iglesia católica es una obligación".

Se escriben ríos de tinta sobre la decisión del papa de no tocar en la Exhortación los temas candentes con el laicado y las mujeres, pero en lo que ha sido su santo y seña contra los excesos neoliberales denunciando el modelo sin ambages, poco se dice sobre no haberlo definido como pecado. Qué más querían algunos para justificar ciertas prácticas sistemáticas, que no serán para tanto, moralmente hablando, porque ya vemos que no son pecado… Al menos, ningún Papa había llegado tan lejos en la rotundidad de sus condenas ni en los términos utilizados contra los ecocidas; es difícil mirar para otro lado.

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