Ante la guerra de Ucrania La perversión de lo cristiano

Me refiero a la justificación de la violencia desde la interpretación del mensaje de Cristo. Parece increíble después de leer los evangelios y constatar la profunda huella pacifista y transformadora que supone amar a nuestros enemigos, devolver el bien por mal y dar dos capas a quien te pida una, que se pueda tergiversar el Mensaje hasta convertirlo en todo lo contrario.

Leo que el día después de queRusia comenzara a lanzar misiles sobre Ucrania, el pastor estadounidense Greg Laurie envió vía Facebook un mensaje para su feligresía argumentando que la guerra podría verse como “una señal de la segunda venida de Cristo “ en lugar de hacerlo desde la valoración de esta invasión armada es un producto de las maquinaciones desquiciadas e inhumanas de un ser autoritario y megalómano como Vladimir Putin y de los que piensan como él.

Es difícil recordar algo reciente similar en torno a los milenarismos. Es el afán de algunos cristianos por meter con calzador las acciones bélicas actuales como prueba del inminente regreso de Jesús, tomando el  lenguaje críptico de los libros de Ezequiel, Daniel, Mateo y Apocalipsis para presentar varias teorías violentas y vengativas sobre cómo terminará el mundo.

Para este “predicador”, la guerra permite asimilarla a que el Mesías nos venga al rescate de la añoranza que supone Israel, mimetizado en lo cristiano, marcando a todos el comienzo del fin del mundo tal como lo conocemos y el establecimiento de un nuevo y mejor reino de Dios en la tierra.

Curiosamente, no fue hasta la Guerra Fría que Rusia entró en esta narrativa delirante, ya que muchos cristianos estadounidenses presentaron a los Estados Unidos como el “nuevo Israel”, a la URSS como Gog y Magog (libro bíblico de Ezequiel, 38 y 39) y el presidente soviético Gorbachev como el Anticristo, asimilando la mancha de su frente con el “signo de la bestia”). Por si fuera poco, la creación del Estado de Israel en 1948 fue vista como una prueba de que la profecía se estaba cumpliendo y que el fin de los tiempos estaba sobre nosotros.

Desde un punto de vista bíblico, nada de esto es sólido; todo lo contrario. Lo importante del cuore cristiano, encarnado también en el Apocalipsis (libro mal comprendido cuyo mensaje radical es la esperanza), es que los autores bíblicos no están tratando de adivinar y decir  lo que va a ocurrir como si la Biblia fuese una bola de cristal. Lo esencial es el mensaje de esperanza que atesoran los textos sagrados en todo tiempo y lugar aunque ahí esté el enemigo, Dios está con nosotros.

Todo lo contrario de lo que supone el milenarismo al que se han apegado no pocos cristianos, convertidos en verdaderos predicadores del desastre, también entre nosotros, reformulando las tragedias de la humanidad  como el cambio climático, el coronavirus y ahora la invasión a Ucrania en una narrativa en la que cada evento no es una crisis que necesita atención sino un cumplimiento inevitable de la voluntad divina de Dios en un escenario que recuerda al Argamedón. Algunos interpretan ya el pasaje Mateo 24 de esta manera tan delirante: cuanto peor se pongan las cosas, más pronto llegará la Segunda Venida.

La guerra en Ucrania ha disparado los informes demoscópicos a cifras preocupantes en Estados Unidos: el 41 por ciento de los estadounidenses creen con seguridad (23 por ciento) o probablemente (18 por ciento) que Jesús regresará a la Tierra para el 2050. Lo increíble es que se adoctrina en estas cosas desde una parte importante de las Iglesias cristianas. Están constantemente buscando cualquier acontecimiento al que agarrarse para afirmar que estamos ante el cumplimiento de una profecía bíblica. Y así se ha llegado a la perversión de que, si el mundo va muy mal, y hay una guerra tan peligrosa como la que ha desencadenado Rusia, resulta alentador, a pesar de todo, porque significa que Cristo va a regresar.

Dos días antes de la invasión a gran escala de Ucrania, Joel Rosenberg, norteamericano y claro exponente de estas teorías, expuso en su podcast por qué la invasión a Ucrania es significativa en el sentido de un reino venidero: “Nunca, nunca hemos visto la convergencia de todas las piezas principales de esta profecía en esta alineación hasta ahora”.

Otro iluminado, como es Pat Roberston, salió a la prensa para comentar que Putin solo es un peón desafortunado en los planes del Todopoderoso. “Putin está loco’. Sí, tal vez sí. Pero al mismo tiempo, está siendo obligado por Dios” aludiendo directamente al profeta Ezequiel. Tremendo.

En este marco, cada acto de agresión, aunque temamos incluso un holocausto nuclear por el dedo de Putin, activa la perversión de creerse los cristianos como fuente genuina de venganza en lugar de ser una fuente de paz y de compasión. Del Cristo de la misericordia al superhéroe que regresa para arreglar el desvarío humano golpeando a los malos y pisoteando a sus enemigos ya que con la paz no lo logró en su primera venida.

Desgraciadamente, no pocos cristianos inmaduros se encuentran embarcados en la idea de que esencialmente tienen que alentar la violencia. Que es preciso animar la calamidad, porque han decidido que es una señal de los tiempos. Esto ocurre en Estados Unidos… pero no solo allí. No hay más que ver algunos movimientos fundamentalistas por estos lares y escucharles algunos de sus comentarios en nombre, nada menos que de ¡la Buena Noticia!

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