Un profeta entre nosotros

El Papa Francisco es un profeta, y como tal perseguido cada vez con menos miramientos. Es significativo que escogiera el nombre de Francisco de Asís por lo que este significó para la Iglesia de su tiempo. Quizá el comienzo de todo estuvo en la elección del lema al ser nombrado arzobispo de Buenos Aires: Miserando atque eligendo ('Lo miró con misericordia y lo eligió'). El rechazo actual que soporta tiene que ver con mantener dicho lema y seguir fiel al mismo siendo Papa.

La frase se refiere a Mateo 9, cuando Jesús se fija ¡en un publicano! y le dice: "sígueme". Elige a una persona odiada por su labor extorsionadora que trabajaba para los romanos invasores y luego extorsionaban todavía más para vivir bien de ello. Recaudador y pecador era sinónimo entre los judíos.

Este papa predica con el ejemplo una Iglesia más humilde que lleve el mensaje cristiano al mundo. Lo que escandaliza a sus detractores es que ha entendido bien la actitud que recuerdan los tres evangelios sinópticos, de que “no necesitan médico los sanos, sino los enfermos”. Porque sus enemigosactúan al revés: se centran en los sanos, en los afines, y condenan a quienes deberían acoger con actitud evangelizadora.

Mantiene un compromiso firme por de diálogo con personas de diferentes ideologías y credos. Se esfuerza por una cercanía empática y respetuosa que acerca corazones y desarma por su sencillez y veracidad.

Francisco ha hecho de los pobres una prioridad. Pobres en sentido amplio, como principio que abarca a los sufrientes de distinta extracción: los marginados, los inmigrantes, los refugiados, los excluidos, los que padecen soledad y desamor. Él nos pide servir y acogerles en nuestras comunidades, escuchando sus inquietudes y siendo su apoyo. Y en esa dirección, es valiente al denunciar el pecado estructural del modelo económico vigente que produce explotación y marginación, algo que también escuece entre sus filas…

Francisco es el Papa de la misericordia, de la sinodalidad y el ecumenismo. Con él han adquirido especial relevancia temas como la urgente renovación eclesial y la vocación misionera de todos y todas, comenzando por el Primer Mundo cristiano, necesitado de conversión para evangelizar fuera de la Iglesia.

Es el Papa de la colegialidad en todos los niveles eclesiales. No es algo solamente para los obispos: “El nuevo camino a recorrer”, dijo a los obispos de Estados Unidos, «es el diálogo entre vosotros, con el presbiterio, con los laicos, con las familias y con la sociedad». Pidió a los obispos y sacerdotes hablar con valentía y escuchar con humildad.

Condena abierta al clericalismo y apuesta por el empoderamiento de los laicos y la reforma de la Curia romana. Sus palabras son duras contra el clericalismo y el arribismo en la Iglesia, contra el poder mundano que defiende la institución incluso tergiversando el Mensaje, como aquellos escribas y fariseos que primaban la ley por encima de la misericordia. “Prefiero una iglesia que comete errores porque está haciendo algo a una que se enferma porque se mantiene cerrada en sí misma”, ha dicho Francisco.

Y desde aquí, quizá su mayor aportación sea la apuesta por la sinodalidad como una estrategia en toda regla para la Iglesia del XXI. Si se lee con atención sus escritos y los pasos dados, estamos ante las bases para el Concilio Vaticano III para un nuevo modelo eclesial que actualice el Concilio Vaticano II, lo complete y trabaje para ser verdadera comunidad Pueblo de Dios.

Francisco insiste en que el verdadero liderazgo es servicio, dejando claro que los sacerdotes y obispos deben situarse en la parte inferior de la pirámide, no la parte superior.

La ecología ha pasado a ser una preocupación cristiana de primer orden. En su extraordinaria encíclica, Laudato Si’, nos invita a cristianos y no cristianos a preocuparnos por nuestra casa común, la madre Tierra. La protección del medio ambiente no es algo opcional para el cristiano. Y añade que los gobiernos tienen una responsabilidad grave en la regulación de la economía para preservar el Planeta.

La Justicia, la paz, el rol de la mujer… Quienes se oponen a Francisco lo hacen por su apertura a dar la comunión a los católicos divorciados y vueltos a casar, por su bienvenida pastoral a las personas LGBTQ. Por las bendicionesa ambos colectivos como signo de acogida amorosa, a la manera de Jesús. No son pocos los que quieren un papa doctrinal en términos de blanco y negro, más bien de negro, en la práctica.

Francisco acaba de cumplir 87 años y mientras lucha con sus problemas de salud, tiene que lidiar incluso con acusaciones de herejía -nada menos que siete- por su exhortación Amoris laetitia. Le calumnian, le presionan… y no pocos católicos que se las  dan de perfectos, callan o aplauden su apaleamiento cada vez más abiertamente.

Queda mucho por hacer, pero el Espíritu guía al Papa Francisco, caminado sinodalmente con un ojo aquí y el otro puesto en Dios. Es un gran profeta que nos mantiene en la senda verdadera del amor al Evangelio. Es perseguido por ello...  y es el momento de nuestra responsabilidad.

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