Todo lo realmente bueno viene de Dios

Cuando elegimos la esperanza todo es posible

Durante una conferencia con alumnos, un profesor de la universidad de Berlín preguntó a sus alumnos: ¿Dios creó todo lo que existe? Un alumno respondió que sí, que Él lo creo todo. El profesor respondió: si Dios creó todo lo que existe, ¡entonces Dios hizo el mal, ya que el mal existe! Y si establecemos que nuestras obras son un reflejo de nosotros mismos, ¡entonces Dios es malo! Otro estudiante levantó la mano y dijo: ¿Puedo hacerle una pregunta, profesor? claro que sí, le respondió el maestro.

El joven entonces dijo: profesor, ¿el frío existe? Pero qué pregunta es esta, le respondió el profesor; ¡claro que existe! El muchacho respondió: en realidad, señor, el frío no existe. Según las leyes de la física, lo que consideramos frío, en realidad es la ausencia de calor ¿Y existe la oscuridad?, continuó el alumno. El profesor respondió: existe. Pues tampoco existe, le respondió de nuevo el estudiante. La oscuridad, en realidad, es la ausencia de luz. La luz se puede estudiar, la oscuridad, no. Finalmente, el joven preguntó al profesor: ¿El mal existe? El profesor respondió de nuevo que sí, en forma de crímenes y violencia en todo el mundo. Pero el estudiante le respondió de nuevo: el mal no existe, o por lo menos no existe por sí mismo. El mal es simplemente la ausencia de bien. Siguiendo la lógica de las preguntas anteriores sobre el frío y la oscuridad, el mal es la definición que el ser humano inventó para describir la ausencia de Dios. Dios no creó el mal, sino que es el resultado de la ausencia de Dios en el corazón de los seres humanos.

Solo lo bueno proviene de Dios, incluido lo que nos aportan las ciencias como la psicología y todas las actitudes que nos liberan o alivian las cargas de la vida ayudando a nuestra verdadera madurez, a crecer por encima de las dificultades. En estos tiempos recios, destaco cinco actitudes muy humanas y cristianas: aceptar, relativizar, asombrarse, agradecer, seguir adelante. Las cinco son fuentes de crecimiento personal en medio de los claroscuros de la vida.

Aceptar no es resignarse; y cuando la realidad no se puede cambiar, lo único inteligente es la humildad en forma de aceptación confiada en el Padre. Estaremos muy turbados y desmoralizados pero relativizar es cosa de inteligentes: hoy no es siempre, detrás de las nubes está el sol y junto a las puertas que nos cierran, existen ventanas por donde corre el aire. La vida no es solo dificultades, tenemos a nuestra disposición maravillas ante las que deberíamos asombrarnos: amaneceres increíbles, sentir el amor de otras personas, sabernos hijos de Dios... Y lo esencial en un cristiano: ser agradecidos, vivir sabiendo que todo es un regalo, que hemos sido creados por amor y para el amor. Agradecimiento como la mejor oración de quien se sabe hijo de Dios en las manos del Padre.

Por último, seguir adelante aunque todo invite a la desesperación. Cuando atravesamos momentos adversos hay una parte de nuestro cerebro que nos anima a no desfallecer. No infravaloremos la maravillosa capacidad de superación que cada persona tiene en su interior. Seguir adelante es un salto de fe en Dios y de confianza en uno mismo porque hoy no es siempre.

Por cierto, el joven fue aplaudido con toda la clase puesta en pie. Al final, el profesor le preguntó al joven estudiante: ¿Cuál es tu nombre? Y el estudiante se identificó como Albert Einstein.

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