Jesús, ¿el bastardo?

No hace mucho que llegó a mi escritorio una obra que va a dar mucho qué hablar: La invención de Jesús, de Fernando Bermejo Rubio, probablemente el historiador sobre Jesús más incisivo en el panorama mundial. En Carthaginensia, revista del Instituto Teológico de Murcia, saldrá una recensión amplia con mi crítica a la obra, pero ahora me interesa recoger un aspecto de su propuesta que es del máximo interés para la investigación. Con gran tino, Bermejo desmonta la valía de los famosos y caducos "criterios de historicidad" que hasta no hace mucho han servido para determinar qué era histórico en los relatos evangélicos. Son criterios como el de atestación múltiple, el de dificultad, el de rastro del arameo, etc., que surgieron con la intención de rastrear los hechos históricos verídicos que se ocultan tras los escritos evangélicos, que bien sabemos que responden a un momento histórico distinto al de Jesús, cincuenta años posterior al menos, y a las preocupaciones de las comunidades que los crearon y para los que fueron escritos. Bermejo sustituye estos criterios por lo que denomina como paradigma indiciario. Se trata de un método más apropiado para intentar rasgar el velo que oculta la historia tras los textos. Dos elementos hay en este paradigma. El primero es el patrón de recurrencia, que una idea se repita en un mismo evangelio o en varios de ellos. Si esta idea se repite tiene visos de verosimilitud histórica. Ahora bien, esta idea debe ser coherente con el contexto histórico que conocemos de la Palestina del siglo I. El segundo es el material embarazoso que a pesar de serlo está manifiesto en el texto, como pudo ser la crucifixión o el bautismo de Jesús en el Jordán para el perdón de los pecados.

Acabo de citar los dos ejemplos más claros de indicios que nos hablan de hechos históricos con toda seguridad. Son dos hechos recurrentes en los evangelios, en los cuatro, y son hechos embarazosos, problemáticos. Una vez separado el cristianismo del judaísmo tras la destrucción del Templo por los romanos, no tenían ningún incentivo para presentar a Jesús como lo que fue, un subversivo ajusticiado por Roma en la cruz. Además, iniciado el proceso de divinización en las comunidades se hacía difícil comprender porqué Jesús fue bautizado por Juan en un bautismo para el perdón de los pecados. Luego, estos dos hechos son absolutamente históricos. A partir de estos hechos seguros, podemos ir reconstruyendo otros que, si además cumplen con la recurrencia, con el contexto y con la problematicidad, nos permiten crear una imagen real del Jesús histórico. Hay bastantes indicios de este tipo, pero quiero centrarme ahora en uno que a mi modo de ver arroja mucha luz sobre el proyecto de Jesús, el Reino de Dios. Se trata del nacimiento de Jesús como hijo ilegítimo.

Tenemos tres textos donde se alude a este hecho: los dos comienzos de Mateo y Lucas y un texto en Jn 8, 40-41 que resulta revelador. Hay, por tanto, un patrón de recurrencia y también se da cierta problematicidad, es decir, la extraña concepción de Jesús. Podemos partir de la interpretación tradicional: Jesús fue concebido por obra del Espíritu Santo y José lo adoptó como su hijo al casarse con María. El problema es que esta interpretación no explica el motivo por el que cierta tradición judía que recoge Orígenes en Contra Celso veía en la concepción de Jesús un acto de fornicación, es decir, de unión sexual extra matrimonial (supuesta relación con un legionario romano llamado Pantera, de ahí el apelativo a Jesús de Ben Pantera, hijo de Pantera). Esta acusación es la que recoge el evangelio de Juan en el capítulo 8: "Tratáis de matarme, a mí que os he dicho la verdad que oí de Dios. Eso no lo hizo Abrahán. Vosotros hacéis las obras de vuestro padre (el Diablo). Ellos le dijeron: Nosotros no hemos nacido de la prostitución; no tenemos más padre que a Dios". La acusación es clara: Jesús es hijo de porneia, de prostitución o fornicación, es decir, es un hijo ilegítimo. Si tenemos presente que el evangelio de Marcos fue el primero de los cuatro y en él no vemos rastro de la concepción de Jesús, y que es con posterioridad cuando aparecen textos que intentan legitimar esa concepción, según el paradigma indiciario debemos apuntar a que el hecho de la ilegitimidad de Jesús es un hecho histórico. Cosa distinta es la explicación; la judía ya la hemos comentado; la cristiana es la conocida por todos.

Creo que es muy verosímil históricamente que en la concepción de Jesús hay un hecho extraño, que produce dificultad (embarazo previo a la convivencia indica el texto evangélico) y que este hecho dio lugar a dos interpretaciones: la judía, Jesús es un hijo ilegítimo, pues no es hijo de su padre legal, José; y la cristiana concepción virginal, Jesús es hijo de Dios, fruto del Espíritu Santo, aunque esto no borra la ilegitimidad, pues al fin Jesús no es hijo biológico de José. Este origen de Jesús puede explicar que en su predicación del Reino de Dios, que es su proyecto vital nuclear (La revolución de Jesús. El proyecto del Reino de Dios, PPC, Madrid 2018), la figura paterna no juega un rol esencial. El Reino que Jesús predica no cuenta con padres al uso, sino que en él son los varones eunucos los que cobran importancia, es decir, los varones que han abandonado su posición de dominio social y familiar. Jesús propone una familia sin padre y un Reino sin padres que dominan. Esta ausencia de la figura del padre tradicional puede tener su explicación en su propia experiencia vital, y, de paso, nos explica por qué el Reino de Dios predicado por Jesús no es davídico ni hay en él una reconstrucción nacional judía por medio de las armas. el Reino de Dios en Jesús es una nueva familia construida por vínculos socioafectivos donde los varones abandonan su posición de dominio, las prostitutas como estériles sociales ocupan el puesto central y los niños son el núcleo. Se trata de una familia que rompe los moldes sociales para crear una realidad alternativa, una realidad de hermanas y hermanos que construye una sociedad desde la misericordia y el amor.

El Reino de Dios surge en los márgenes sociales, religiosos, políticos y económicos, no es un reino de tipo davídico, guerrero, o sacerdotal. Jesús tenía a mano esa concepción del Reino de Dios, pero la cambió sustancialmente a partir, creo de su propia experiencia vital, como hijo ilegítimo que es capaz de romper con las estructuras patriarcales de un pueblo que está marcado y determinado por ellas. El Reino de Dios en Jesús es una realidad diferente de la sostenida por otros revolucionarios de su tiempo como Judas el Galileo que pretendían restaurar el reino de David. Se construye introduciendo lo impuro (mostaza o levadura) en lo puro, la sociedad y haciendo que esta cambie radicalmente. Por eso no hay armas en el proyecto de Jesús, aunque algunos las lleven, no hay más guerra y violencia que la padecida. El Reino de Dios es el lugar para los indeseables, los marginados, las despreciables, los últimos, todos ellos como el mismo Jesús, marginado y despreciable por ser hijo ilegítimo.



"La marginación en el proyecto del Reino de Dios", conferencia impartida en la Facultad de Teología San Vicente Ferrer de Valencia el 12 de diciembre de 2018 (A partir del minuto 8).
Volver arriba