Contra la religión "incivil"

Hay una tradición ilustrada de crítica a la religión en tanto que causante de todos los males y problemas que la sociedad padece. En ella, la religión es causa de la violencia, de la ignorancia, del atraso de los pueblos y de la oposición que el vulgo opone al progreso social que representan la ciencia y la organización política ilustrada. La religión tradicional, que en Europa no es otra que el cristianismo, siendo el catolicismo el peor de sus representantes al ver de los ilustrados, ha traído tantos males que lo mejor que se puede hacer con ella es exterminarla, pero si no resultara posible, limitarla y sojuzgarla mediante el uso del poder político. Sin embargo, los ilustrados tienen muy claro el buen uso que podría hacerse de la religión si esta quisiera avenirse a las razones de las luces. Dos de los más significativos representantes de la época ilustrada, Rousseau y Hume, realizarán sendas propuestas de control de la religión, ya que es imposible su eliminación. Estas propuestas se pueden integrar bajo el epígrafe de religión civil.


Para Rousseau, en el origen de la estructura social hay una comunión entre la religión y la política, de modo que la intolerancia civil y la religiosa van de la mano, de ahí que el cambio de la religión tenga consecuencias beneficiosas en la sociedad. Pero el cristianismo trajo algo que sería la causa posterior de los males sociales: la división de la soberanía. Al introducir un reino distinto al de este mundo, crea una división en el cuerpo social. El hombre no puede pertenecer a dos reinos, lo que trae las discordias. Al mal que supuso esta ruptura de la unidad de la soberanía se une el mal, quizás mayor, de formar un cuerpo de clérigos que se encargan de legislar y gobernar al Estado. Por tanto, a la división del poder se une el acaparamiento del mismo por parte de los clérigos, causa próxima de todos los males acaecidos en la sociedad.

La reflexión de Hume sigue un camino semejante al ginebrino. La causa de los males sociales viene dada por el aprovechamiento que la clase de lo clérigos hace de la superstición popular. Esa superstición pone al pueblo en manos de los clérigos, quienes lo hostigan para conseguir sus fines políticos. La manera de evitar esto es establecer algún control sobre la religión. Si Rousseau propone una religión civil con unos preceptos claros e ilustrados, Hume propone el control de los clérigos como medio para someter la religión. Rousseau quiere crear una religión ex novo, Hume controlar la existente. Sin embargo, uno y otro son incapaces de ver que el mal de esa supuesta religión civil, libre de superstición y clerecía, sería del mismo tipo que pretenden combatir. La verdadera religión ha de ser constructora de humanidad y para ello se establece como crítica o todo lo que impide al hombre ser verdaderamente humana, es decir, ser hermano, miembro de una fraternidad universal que lo constituye como sujeto histórico de su propio destino.

Tanto la supuesta religión civil como la religión al uso, deben ser criticadas para discernir qué es lo que hace al hombre ser tal y cuales son los principios sociales que permitirán a la humanidad vivir teniendo en común cuanto de bueno existe. Esa tarea es la que tiene asignada la Teología Fundamental y la que el Máster Universitario en Teología de la Universidad de Murcia en convenio con el Instituto Teológico de Murcia OFM lleva a cabo desde hace dos cursos. Este es año es ya a tercera promoción en la que se busca esa integración de la Teología en el mundo académico civil para la mutua fecundación de los métodos y saberes pertinentes tanto en el estudio de la Teología como en el ámbito de las Ciencias Sociales y Humanidades.

Este Máster intenta cerrar una brecha abierta en el ámbito hispano entre la Teología y la academia civil, brecha que no ha dejado de agrandarse en el último siglo y que en otros lares como el mundo germánico no tienen tan pronunciada. En la línea de la crítica ilustrada, los males que pueda haber en la religión solo pueden venir de su separación de la sociedad, de la misma manera que las sociedades que pierden sus referencias creyentes corren mayor riesgo de desintegración. La mutua relación entre la Teología y las ciencias solo puede aportar bondades a ambos campos, como han podido comprobar los alumnos que han titulado en el Máster y que prosiguen con una investigación doctoral en los campos académicos de los que provenía: medicina, derecho, economía, filosofía... La Teología encuentra un cauce de expresión social más amplio y la sociedad vuelve a tener algo que decir en este campo de investigación.

Las guerras de religión, las persecuciones, las discordias sociales y la superstición han determinado el modelo de relación de la Teología con el mundo académico, es tiempo de superar estas realidades e ir más allá, de modo que se superen viejas rencillas y suspicacias. Aunque la investigación académica no sea la panacea para solucionar problemas inveterados, debemos ser conscientes que los detonantes de muchas discordias civiles vinieron del choque entre interpretaciones diversas de la religión. Si la religión fue en su día causa de discordia, hoy bien podría ser causa de consenso, el Máster en Teología de la Universidad de Murcia en convenio con el Instituto Teológico de Murcia es un jalón en este camino.

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