TU FE TE HA SALVADO

Tu fe te ha salvado.

Bienaventurados los que viven claramente día a día que el ser humano, todo ser humano, es imagen de Dios. Bienaventurados lo que maduran su fe en la noche, cuando todo parece ausente, porque reconocen que el silencio de Dios no es su ausencia, sino su pedagogía hacia la plenitud.
Bienaventurados lo que viven la comunión frente al individualismo porque son signos de la comunión a la que estamos llamados.
Bienaventurados los de amor concreto, los de compasión activa, los de justicia misericordiosa porque son de los que siembran semillas de vida nueva en estos tiempos extraños que vivimos.
Bienaventurados los de constancia humilde porque convierten lo ordinario en lugar de gracia.
Bienaventurados los de fe auténtica que no rehúye el sufrimiento, porque transfiguran ese dolor en camino de purificación y en ofrenda silenciosa.
Bienaventurados los que buscan comprender su fe, porque su inteligencia será iluminada por el Espíritu de Verdad.
Bienaventurados los que buscan con sinceridad, aunque todavía no crean, porque su búsqueda es ya un movimiento del Espíritu hacia la Verdad.
Bienaventurados los que buscan entender interrogando desde la fe porque crecerán en sabiduría y se adentran un poco en los misterios de la vida de Dios.
Bienaventurados los que buscan luz frente a la confusión, porque son seres humanos que mejoran el mundo.
Bienaventurados los que caminan desde una intensa confianza, no desde el cálculo porque es un peregrino camino de Dios.
Bienaventurados los que confían en Dios en medio de la oscuridad, porque la noche de su alma será aurora de resurrección.
Bienaventurados los que creen a fondo pedido, porque su corazón es morada de la Presencia Invisible y su esperanza sostiene al mundo.
Bienaventurados los que creen en la bondad del mundo, porque colaboran con Dios en su creación y redención.
Bienaventurados los que creen y comprenden el amor de Dios, porque son dos movimientos de un mismo amor que acabarán en la verdad de toda verdad.
Bienaventurados los que dudan con humildad y perseveran creyendo, porque su fe será más fuerte que la de quienes nunca se preguntaron.
Bienaventurados los que en la noche su fe vuelve amor desnudo porque alcanzará la plenitud de la confianza sin fin.
Bienaventurados los que escuchan a Cristo, los que meditan su sabiduría y dan fruto cotidiano de paz y bien, porque son auténtica palabra encarnada.
Bienaventurados los que esperan creyendo, porque sabrán reconocer en la historia los signos del Reino que viene.
Bienaventurados los que guardan la Palabra en el corazón, porque en ellos germina el Reino.
Bienaventurados los que hacen de la fe una fuente de paz, porque reconciliarán lo que el miedo separa y sembrarán confianza donde hay sospecha.
Bienaventurados los que hacen de su fe una lámpara encendida, porque iluminarán el camino de los que dudan y no perderán el rumbo en la noche.
Bienaventurados los que los que exploran en penumbra, porque tienen sed de la Luz que precede y sostiene, incluso cuando aún no ha despuntado el día.
Bienaventurados los que maduran la fe bajo la presión del sufrimiento, porque no creen por recompensa sino por amor.
Bienaventurados los que mantienen la fe en medio de la incredulidad del mundo, porque serán roca firme en la tempestad de los tiempos.
Bienaventurados los que perseveran en la prueba, porque su fe, acrisolada como el oro, será su corona de gloria.
Bienaventurados los que practican la justicia frente a la indiferencia, porque cuidarán la vida allá por donde pasen.
Bienaventurados los que renuevan cada día su fe en medio de la rutina, porque en su fidelidad cotidiana florece la santidad escondida.
Bienaventurados los que se abren a que la Palabra fecunde el corazón porque transformarán su vida en una obediencia amorosa.
Bienaventurados los que se apoyan en la fe de la comunidad, porque descubrirán que nadie cree solo.
Bienaventurados los que se entregan al misterio del camino, porque lo llenarán de sentido con la presencia de Dios.
Bienaventurados los que transmiten la fe con alegría, porque su presencia es una semilla de eternidad en los corazones.
Bienaventurados los que unen la fe y la justicia, porque su fe se hará obra y su obra será oración.
Bienaventurados los que viven la esperanza frente al nihilismo, porque conocen la verdad dentro de los dinamismos de la realidad.
Bienaventurados los que viven la fe como fidelidad, porque su perseverancia será signo de la constancia de Dios.
Bienaventurados los que viven la fidelidad frente a la volatilidad, porque generan confianza allí donde se hacen presentes.
Bienaventurados los que, sostenidos por la fe, sirven a los pobres y pequeños, porque han reconocido el rostro de Cristo en los tirados en las cunetas de la vida.
Bienaventurados quienes acogen la Palabra en silencio interior, porque se hacen tierra buena para todos los frutos del Reino.
Bienaventurados quienes se atreven a creer en la noche, porque verán amanecer en sus almas la claridad pascual.

carmeloampelio@gmail.com

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Oraciones inspiradas en las lecturas del domingo. 

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