Tres explicaciones: La ignorancia, el oportunismo y la perversidad ¡Camaradas! De Lenin a hoy: Comunismo o libertad

Ayuso
Ayuso

¿Cómo es posible que un régimen criminal que ha provocado centenares de millones de muertos siga teniendo predicamento en tantos lugares del mundo?

Tres explicaciones: La ignorancia que abre las puertas al engaño, el oportunismo y la perversidad

En 2017, centenario de la revolución comunista en Rusia, publiqué: ¡Camaradas! De Lenin a hoy (LID Editorial). En numerosas ocasiones me han preguntado para quién o por qué escribo. Suelo responder que para entender yo un tema. Ojalá después esos textos también resulten de utilidad a otros. En el título que acabo de mencionar, la cuestión que me inquietaba fue: ¿cómo es posible que un régimen criminal que ha provocado centenares de millones de muertos siga teniendo predicamento en tantos lugares del mundo?

Tras cientos de horas dedicadas al estudio del marxismo y haber trabajado varios años (1990-1993) en proyectos empresariales en países recién salidos de esa pesadilla dictatorial -Checoslovaquia, Polonia, Hungría…-, he llegado a la conclusión de que sólo hay tres explicaciones válidas. En primer lugar, la ignorancia que abre las puertas al engaño. Entre las numerosas reseñas que salieron de mi libro, me llamó la atención una en la que un zalamero ensalzaba a Stalin proponiéndole como uno de los más insignes personajes de la historia de la humanidad. Quien eso escribió necesariamente padecía una insondable nesciencia combinada con contumaz bobería.

Otra opción es el oportunismo. Muchos que hoy en día se proclaman seguidores del marxismo, desde Venezuela a Cuba u otros países más cercanos, no son marxistas sino aprovechados que, nimbados con esa aureola, se enriquecen a costa del empobrecimiento ajeno. Carecen de otra meta que su lucro personal. Mao se hizo construir cincuenta palacios con piscina climatizada, Lenin y Stalin disfrutaban de lujosas dachas (palacetes) próximos a Moscú. Otros les imitan con sus chalets de alto standing.

Bandera comunista

La tercera alternativa es la perversidad. ¿Cómo es posible proclamar las bondades de un régimen que ha aniquilado a millones de personas, que ha destrozado generaciones y arrasado países potencialmente prósperos? Un solo dato: ¡Lenin ordenó más asesinatos en seis meses que los zares en ochenta años!

Como en otros libros, también en ¡Camaradas! De Lenin a hoy dedico un capítulo al humor. Tras las chanzas trataron de defenderse aquellos que sufrían en sus carnes los horrores del comunismo.

He aquí algunos ejemplos:

— ¿Cuál es la diferencia entre el socialismo y el socialismo marxista?

— La misma que entre una silla y una silla eléctrica.

En diversos países resumían así la situación:

— ¿Estamos viviendo el cien por cien bajo el comunismo o aún pueden ir peor las cosas?

En Moscú, en la época de las sucesivas purgas, se preguntaban unos a otros:

— ¿Cómo está usted?

— Bien, gracias. ¡Seguro que mejor que el año que viene!

Stalin, durante una visita a una granja comunal, interroga al encargado:

— ¿Cómo ha ido este año la cosecha de patatas?

— Bien, camarada Stalin, si las pusiésemos una encima de otra, podríamos llegar a Dios...

— Pero dios no existe— replica enfadado el autócrata georgiano.

— Tampoco las patatas, camarada.

Un último ejemplo:

— ¿Por qué en la Unión Soviética el sol brillaba tan alegremente a la mañana?

— Porque sabía que para la tarde iba a estar en occidente...

Sin entrar en biosferas partidistas, pocos eslóganes tan acertados desde el punto de vista conceptual como: ¡comunismo o libertad!

Comunismo

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