Hace dos décadas se convirtió en un lugar común el concepto de segunda vida profesional. El término, procedente de la esfera anglosajona, resultó de gran impacto, porque cada vez resulta más insólito que un directivo se mantenga de forma inalterable en la misma posición y empresa. Entre los pioneros españoles se enumera Mariano Vilallonga, un bilbaíno imprescindible también cuando se trata de Consejos de Administración o instrumentos de feedback 360°.

Recientemente, la noción apuntada se ha extendido al perímetro del deporte profesional y muy específicamente a los de alto rendimiento. En este caso, el adalid es un miembro destacado de ese selecto colectivo constituido por deportistas que han llegado a lo más alto y mantienen el sentido común: Igor González de Galdeano.

De manera semejante a lo que ocurre con determinados miembros de alta dirección que son mediáticos o con políticos que quieren dejar atrás la arena de lo público, se multiplican los futbolistas, baloncestistas, nadadores, ciclistas, etc. que durante un periodo llegaron a la cima y luego buscan nuevas sendas. El tránsito del pódium y el obsesivo interés de los medios de comunicación a una vida ordinaria en la que pocos reconocen sus méritos puede ser asaz traumático. ¡Cuántas veces he explicado esa colosal metamorfosis con la escena de El show de Truman en la que dos vigilantes de un parking, acabada la emisión que les ha tenido enganchados durante años, comentan: cambia de canal a ver qué echan!

Los esforzados aprenden a navegar de manera aceptablemente brillante en el medio laboral al que dedican tiempo y esfuerzo. Cuando el contexto muta, sólo pocos son capaces de seguir bailando con dignidad al ritmo de la nueva música. Contar con ayuda de expertos es casi siempre imprescindible. Igor González de Galdeano sobrellevó esta dolorosa experiencia en sus carnes. Por esto ha creado Outpoint con el objetivo de facilitar a sus conmilitones, independientemente de la especialidad deportiva de que se trate, para que no sufran en el dédalo de pasillos en el que pueden quedar enmarañados tras descender del pódium.

Se chancea en ocasiones, ante el estólido azoramiento de determinados galenos, que lo que les diferencia de Dios es que Este no ha aprobado el MIR. En claustros universitarios se emplea similar chirigota para referirse a específicos catedráticos que parecen empalados por una escoba y de los que se señala que su divergencia con el Sumo Hacedor es que este último no superó las oposiciones.

Mutatis mutandis, algunos deportistas que han triunfado pierden el norte, no solo de su existencia laboral, sino sobre todo de la personal. Contar con expertos no es la mejor opción, es casi siempre la única alternativa para no despeñarse. Desafortunadamente, los ejemplos en ese sentido son incontables, incluso llegando a decisiones radicalmente erradas, empezando por Marco Pantani y siguiendo por Chava Jiménez. Solo en el entorno del fútbol podría mencionarse a Luis Carlos Ibarra, Robert Enke o Kaxim Gaccetta. Y en el de la natación a Alex Harris, Jerry Heidenreich o Rhoda Rennie.

Igor González de Galdeano ha convocado a Enrique Sueiro, uno de los mayores peritos contemporáneos en habilidades de comunicación y a quien esto escribe, para que contribuyamos a que los deportistas de élite que lo deseen encuentren conveniente auxilio para tomar sensatas decisiones en el arranque de una segunda vida, tras colgar las botas, la bicicleta o los guantes, para que sea tan o más satisfactoria que la primera.

Los servicios profesionales puestos a disposición abarcan ámbitos como la oportuna estrategia para la toma de decisiones en las nuevas coordenadas, búsqueda de actividades fructuosas, formarse en comunicación, análisis de inversiones que suministren soporte estable, etc.

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