AIgor González de Galdeano le gusta recordar que tanto un deportista de alto nivel como un directivo lo son las 24 horas del día. La vida de los primeros es tan dura como rutinaria. Se han de reiterar hábitos asumidos casi siempre desde la adolescencia: comer adecuadamente, entrenar con constancia o descansar a conciencia forman parte de su ser en el mundo

La toma de decisiones, característica específica de un directivo, es tremendamente dificultosa y aunque no suele conllevar un requerimiento físico al límite, es exigente. Su día a día tiende a ser cambiante, en ocasiones por circunstancias que se tornan urgentes en breves instantes. Su liderazgo se centra en gestionar equipos a los que debe guiar para culminar objetivos.

Igor González de Galdeano, uno de los 12 ciclistas españoles en portar el maillot amarillo en un Tour, muestra en su reciente libro Pedaleando hacia el éxito (Kolima, 2022)las similitudes entre la existencia de un directivo y un deportista de alto nivel, con un análisis exhaustivo de sus experiencias para trasladar enseñanzas operativas al lector.

Nacido en 1973, Igor González de Galdeano fue ciclista profesional durante 11 temporadas (1995-2005) y formó parte de la dirección del Euskaltel-Euskadi de 2005 a 2013, llegando a ser director general. En la actualidad es CEO de la Consultora KIROLIFE, un puente entre deporte y empresa.

Rememora en el libro que su primera competición fue en el circuito de Aranbizcarra, un barrio de Vitoria-Gasteiz. Se enfrentaba a un montón de ciclistas que sabían lo que era competir. Se trataba un circuito de 1 km, cinco vueltas. Era alevín de segundo año.

Albergaba muchísimas dudas y anhelaba que alguien se las resolviese: ¿Se sale a tope o tranquilo? ¿Se espera a la última vuelta o se ataca desde la primera? Nadie le respondía con claridad. Los más experimentados le miraban de perfil, preguntándose si consideraba que iba a ganar. El único que sabía de lo que era capaz le aconsejó: sal y da tu máximo hasta la meta.

No disponía de maillot. Todos iban bien equipados menos el, que apareció con una camiseta blanca. ¡Le palpitaba el corazón a mil! Con el banderazo se puse a tope sin mirar atrás. Le dolían los brazos y la garganta se le secaba, pero él pedaleaba. Se situó primero. El público le animaba. Sus padres gritaban: «¡Muy bien, Igor!». La última vuelta se le hizo eterna temiendo que en el último momento alguien le superase.

Ganó por dos razones claras: por miedo, que en vez de debilitarle le fortaleció, y por el talento. El temor es necesario cuando se afronta un gran reto.

Pedaleando hacia el éxito es mucho más que una estupenda narración autobiográfica. Nos hallamos ante una demostración de conocimiento práctico y teórico aplicado al mundo de las organizaciones deportivas o no, públicas o privadas. Igor demuestra un buen conocimiento de autores clásicos y contemporáneos de primera línea.

Nos encontramos, en fin, ante un libro atípico por lo riguroso. Se halla bien distante de esos manuales de autoayuda que con un barniz médico, veterinario o deportivo auguran un rigor del que en realidad carecen.
En la obra de Igor González de Galdeano abunda, por el contrario, sabiduría de siglos condensada y filtrada a través de su exitosa carrera, primero deportiva y actualmente de asesor de directivos. Un texto altamente recomendable. Con más motivo en un entorno en el que la excelencia y el esfuerzo han quedado relegados por la indolencia, la iniquidad y la ignorancia de quienes dictan leyes de educación en las que cualquier atisbo que suene a reto les espanta. Probablemente, porque han llegado a esas posiciones política a base de no pesar, fruto de no pensar.

Igor, que con tanto éxito pedaleó en carreteras de muchos países, es un ejemplo viviente de lo lejos que puede llegarse cuando al talento se suma la constancia.

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