"La verdad es lo que es, aunque se diga al revés" Las falacias, más allá de la IA

Mentiras
Mentiras David Clode

"Me detengo hoy en un aspecto que trasciende a la IA. Se trata del empleo de las falacias en debates que deberían desplegar altura intelectual, pero ésta brilla por su ausencia. Como la mayoría de quienes las emplean las desconocen, enumeraré ocho trampas que no respetan la estructura metodológica de una plática entre individuos especulativamente formados"

Resulta frecuente escuchar que uno de los motivos de la degradación de la política procede de que, salvo honrosísimas excepciones, los más listos de la clase procuran evitar esa dedicación. Como se recoge en “Entrevista a Aristóteles” (LID, 2024), la política puede ser la más alta profesión cuando se ejerce con excelencia y espíritu de servicio, porque se centra en la mejora de la sociedad. El sabio griego anticipa que, desafortunadamente, cuando no son los mejores, sino los mediocres, quienes la ejercen los resultados son atroces.

Me detengo hoy, como consecuencia de una interesante charla con mi primogénito, en un aspecto que trasciende a la IA. Se trata del empleo de las falacias en debates que deberían desplegar altura intelectual, pero ésta brilla por su ausencia. Como la mayoría de quienes las emplean las desconocen, enumeraré ocho trampas que no respetan la estructura metodológica de una plática entre individuos especulativamente formados.

Creemos. Crecemos. Contigo

La falacia ad hominem es de las más reiteradas. Desmonta el discurso ajeno no por la fortaleza de un nuevo razonamiento, sino descalificando al interlocutor: ¡los de ultraderecha...! Sirve, como es evidente, para la ultraizquierda. Se esgrime sin necesidad de que el otro ejerza como ultra de nada.

La falacia ad baculum es ampliamente ejecutada por los autócratas y los aprendices de dictadorzuelo: se amenaza, sin ir más lejos, a los medios de comunicación cuando denuncian comportamientos ilegales e inmorales del risible, aunque peligroso, cacique. 

La falacia ad verecundiam recurre al presunto prestigio de alguien para apalancar la validez de un análisis: ¡ya explicó Marx que la insuficiente gestión de la plusvalía conduciría a una descomposición social! Lo detallo en “Cuánto vale nuestro trabajo” (Kolima, 2025)

La falacia ad populum es, si cabe, más bufa. Se refugia en lo que establece una conjetural mayoría, aunque sea un crimen finiquitar la vida de un nonato en el vientre de su madre. Como instruidamente solicitó Schiller, las opiniones no deberían contarse, sino pesarse

Inteligencia artificial
Inteligencia artificial

La falacia ad ignorantiam patrocina una posición alegando que no se han descubierto pruebas contrarias. Ante un palmario cobro de comisiones, algunos se atrincheran en que no se han mostrado las transacciones bancarias. Así acaeció con el Libertador, hipotéticamente austero, hasta que se mostró que murió millonario, propietario, entre otros bienes, de las minas de Aroa. Puede profundizarse en “Entrevista a Simón Bolívar” (Kolima, 2025).

Muy habitual es igualmente la falacia tu quoque, que pilota en descalificar al contrario tanteando desmontar una teoría desde una raíz ajena a la reflexión: ¡no puedes entender por qué no acudo a trabajar por motivos banales, porque ignoras lo agotador que es atender a ciudadanos en una ventanilla!

La falacia de la generalización apresurada infiere una conclusión sin rizomas previos: ¡no hay que dialogar, vayamos a la huelga, porque nunca hacen caso a nuestro agraviado colectivo!

Menciono, para concluir, la falacia post hoc, ergo propter hoc, consistente en convertir un suceso en causa de otro, sencillamente porque se presentan paredaños: en ese puesto no se puede ser honrado porque se mueven grandes cantidades de efectivo.

La IA puede generar acumulación de datos a una velocidad muy superior a la de una criatura humana, pero una falacia seguirá siendo un embuste por mucha información que se acumule en su favor. La verdad es lo que es, aunque se diga al revés.

Demasiados, en vez de disponer de un sólido refugio docto -¡los clásicos!-, deambulan por desangelados solares, andurriales sin norte, desolados alijares, desabridos páramos, reposan dentro de fútiles cuevas en ribazos y zopeteros o bajo vacuas techumbres de rugosa uralita, covachas compuestas por mugrientos tabiques de nesciencia o de oxidadas doctrinas pseudo intelectuales. Aguas residuales, en fin, para las que no hay otro remedio que el estudio

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