La Conferencia Episcopal de Costa Rica y su comunicado sobre la “ideología de género”



por Luis Diego Cascante Fallas
Filosofía - Universidad de Costa Rica


El 2 de octubre de este año la Conferencia Episcopal de Costa Rica (CECOR) emitió un comunicado sobre la “ideología de género” y sus múltiples peligros (!) para los niños/as de este país. Si bien cualquiera tiene derecho a expresarse sobre cuestiones ciudadanas, llama poderosamente la atención que la CECOR asuma un papel directivo (autoritario por vertical) sobre el Poder Ejecutivo de nuestro país, indicándole al Presidente qué tiene que hacer sobre la ‘ideología de género’ en las aulas -y que desde luego se relacionan con políticas educativas-, pero, curiosamente, después del discurso del 2 de agosto pasado, en el que el señor Arzobispo de San José, como Presidente de la CECOR, le quitó la palabra al Presidente de la República durante la celebración de la Virgen de los Ángeles porque no quería que convirtiese el púlpito en una trinchera política, ahora resulta que el Arzobispo convirtió la trinchera política en un púlpito, es decir, dado que el Vaticano es un Estado también hace política, pero, en este caso, de manera irrespetuosa valiéndose de la investidura arzobispal para ello. La retórica eclesial sirve dentro de los templos, pero, en el comunicado se invita a los fieles a ejercer sus derechos a favor de la familia, como si la familia fuera patrimonio del catolicismo y no de la sociedad civil desde antes de que existiera la Gran iglesia. La autoridad eclesial, dado que predica fuera de los templos, debe ser sometida a las mismas exigencias argumentales que cualquiera de los agentes que luchan por espacios de poder a través de dos registros. El primero de ellos está relacionado con cuestiones en torno al fundamento del tipo de conocimiento que suponen sus afirmaciones sobre lo que sucede en el mundo natural y social y, adicionalmente, el otro que más bien se relaciona con una autoridad moral desde la cual se dicen los discursos.

Respecto de lo primero, el comunicado de la CECOR es pobre y simplista porque no aporta nada nuevo a la discusión sobre la ‘ideología de género, es más, la caricaturiza señalando que es un peligro al estilo de Caperucita Roja y el lobo, salvo que no hay tal lobo. Para poner esto en evidencia basta con buscar las referencias bíblicas en el cuerpo del comunicado de la CECOR, las cuales deberían ser el corazón mismo del comunicado y, ¡oh sorpresa ingrata!, no hay ni una cita bíblica, es decir, siendo el catolicismo una religión del Libro (Biblia), de donde le viene la autoridad, el comunicado no tiene ni una referencia bíblica. En un tema tan complejo, como lo es estar juzgando personas desde la ‘ideología de género’, resulta que la Palabra de Dios no es el centro del comunicado (¿ni de la CECOR?), y a cambio usa documentos del Magisterio Eclesial, con lo cual se evidencia que lo más importante, por supuesto, es la institución clerical. Como decía el jesuita Ignacio Ellacuría: “Que la Iglesia sea esencialmente jerárquica no significa que lo esencial de la Iglesia sea la jerarquía”. Dicho de otro modo, la CECOR pontifica sobre la ‘ideología de género’ sin usar ni señalar ni una cita bíblica del texto más importante del cristianismo (Biblia). Esto convierte el comunicado de la CECOR en un panfleto desdibujado porque convoca a las masas (creyentes) sin fundamento bíblico, sin remitir a las fuentes neotestamentarias de manera explícita. La CECOR desparrama. (¡Usa más las Sagradas Escrituras el Satán biblista de las tentaciones de Jesús que la Conferencia Episcopal Costarricense!)

Ahora bien, respecto de lo segundo, como si fuera poco lo anterior, tenemos que la CECOR regenta el programa de la Enseñanza de la Religión en el MEP, el cual tiene en sus manos para continuar llevando a sus ovejas por el camino del catolicismo. Entonces, no le basta la religión en los templos, también convierte las aulas de la educación pública (y los recursos estatales) en un púlpito. Y ahora, además, quiere que las clases de Ciencias estén controladas por ellos respecto de lo que debe o no enseñarse porque las Guías amenazan moralmente (digo ‘moralmente’ porque no hay fundamento bíblico en el comunicado y entonces lo que les queda es moralizar). Es decir, moral sexual católica desde el naturalismo: ¡Siempre ha sido así y no puede cambiarse nada! Se trata de la fuerza de la costumbre. Indudablemente, cada quien tiene una idea de la vida y del mundo porque somos seres pensantes con ideas. Cuando la CECOR pretende que haya un “Programa de Estudio de Educación para la afectividad y sexualidad integral” sin ‘ideología’ no entiende nada de la ideología. La ideología puede ser entendida como una manera general de ver las cosas: cada quien habla desde la perspectiva que le da el pedazo de tierra que pisa, también los grupos humanos socialmente, y la CECOR no es la excepción porque quienes la integran conforman un grupo con intereses políticos, económicos, sociales y, finalmente, espirituales (condicionados, como todas las empresas humanas, por los intereses anteriores). Aquí es donde surge el conflicto entre los grupos con intereses diferentes, en el caso de la CECOR se da una opción por mantener desinformados a los jóvenes sobre la afectividad y sexualidad, por no saber que se está dominado (ideología) por los intereses de los grupos hegemónicos, en ese caso por los intereses terrenales de los que conforman la CECOR (¡son seres humanos también!). Esto último se llama falta de transparencia: No pueden argumentar que están hablando a “nombre de Jesús”, pues ya vimos que la gran ausente en el cuerpo de su comunicado es la Biblia.

Lo que sí está supuesto en el comunicado de la CECOR es el pensamiento de hace dos mil quinientos años cuando escriben (p. 1) respecto de la ‘ideología de género’: “(…) las personas negando su naturaleza”. Esto equivale a decir que, aristotélicamente, lo que importa es la estabilidad de la sustancia (!), por eso hay varón y hembra y ningún estado/orientación intermedio. Aquí falta imaginación/compasión filosófica y teológica para refrescar un poco, tal vez, las ideas: Podrían remozar las categorías filosóficas si lo que quieren es continuar con la filosofía aristotélica indicando que, aunque hay solamente dos géneros, podría hablarse de maneras de ser varón y maneras de ser mujer (homosexualidad en ambos), mujeres que son biológicamente varones y varones que son biológicamente mujeres, etc. Esta tradicional manera de argumentar (!) de la CECOR es ideológica porque desvía la atención: combaten ‘la ideología de género’, pero lo que se quiere ocultar es la homofobia, la supremacía del varón y la persecución a los grupos LGBT. ¿La cuestión de fondo son las verdades o la hospitalidad? De lo segundo se sigue el sencillo pero eficaz principio de comportamiento: más allá de los tratados de moral sexual cristiano/católica (no bíblica) podría pensarse en que nuestro comportamiento resulte acogedor con todas/os al no producir víctimas y, si se produjeran, resarcir el daño a la mayor brevedad. Como afirmara A. Camus en La peste: “Bien sé que el hombre es capaz de acciones grandes, pero si no es capaz de un gran sentimiento no me interesa”.

En el fondo, el meollo del asunto es la religión defendida a rajatabla -en detrimento del Estado costarricense- por la CECOR (p. 3), en sus múltiples y discutibles “principios morales y sus creencias religiosas” sobre la sexualidad porque el contenido antropológico de la propuesta eclesial es harto discutible, pero que busca ser impuesta bajo la razón de la fuerza al presionar política e irrespetuosamente al gobierno de turno y, además, a la diversidad sexual de hecho que conforma a este país. Antes de pontificar y cerrar el asunto autoritariamente, habría que discutir abierta y académicamente si los supuestos teológicos de los que parte la CECOR (divinidad e irenismo de Jesús, fundación de una iglesia, estado confesional, etc.) son verdades contrastables con los hechos en una sociedad reconfigurada por la participación democrática (llena de voces) y a partir de verdades religiosas que no tienen porqué ser vinculantes para el Estado, dado que el estado de esas verdades no puede ser universalizable, es decir, carecen de razones y evidencia.

Frente a lo anterior, existe una ideología de los que se resisten ante la discriminación y tienen esperanza de revertirla. Para que la ideología sea desenmascarada de su falsedad oculta (ideología), se debe explicitar el discurso y el lugar social desde el que se habla, de tal modo que pueda ser democráticamente discutida o aceptada de manera transparente, pero no censurada a priori como lo pretende la CECOR.
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