Diálogo interreligioso Religiones, espiritualidades y encuentros: oportunidades para la paz

A propósito de la guerra y el papel que el símbolo religioso juega en los espacios educativos

Libros sagrados
Libros sagrados

Desde hace diecisiete años, como docente de secundaria, he venido analizando distintos elementos del hecho religioso en mis aulas. Particularmente, en décimo año de la secundaria pública en Costa Rica, el programa de Educación Religiosa tiene como eje fundamental el estudio de las distintas dimensiones de la trascendencia. En ese sentido, enfoco cada uno de los contenidos dando ejemplos desde las distintas tradiciones religiosas de la humanidad. Es evidente que, en una lección de cuarenta minutos a la semana, no es posible hacer un recorrido completo por una expresión tan grande como es "las religiones del mundo", eso sería demasiado pretencioso, pero sí se puede "rociar" con "gotas de sabiduría" múltiples elementos de humanidad que se estudian en el programa, no con una intención proselitista, sino con la meta práctica de desarrollar la habilidad dialógica desde las creencias y no creencias de cada estudiante.

Desde este ángulo, siempre he considerado que el aula de Educación Religiosa debe ser un espacio para que podamos aprender a convivir en medio de las diferencias, que aprehendamos a respetar al/la otro/a que es distinto pero que enriquece mi diferencia cuando me encuentro con él/ella. Este año, tratar estos contenidos tiene un tinte particular en razón de las guerras en Europa y Oriente, más aún, del conflicto desatado en octubre del año pasado a partir de las acciones de Hamas contra ciudadanos israelís, pero también de la respuesta desmedida del ejército de Israel contra civiles gazatíes. A las puertas de un genocidio, a vista y paciencia de la comunidad internacional, clamar por la paz desde lo más profundo de las espiritualidades de cada uno/a es un imperativo.

Siempre es indispensable recordar el papel que las religiones tienen en la construcción de la paz. Sin dejar de ser nosotros/as, al entrar en contacto con quien no piensa como nosotros, crecemos. Esto no siempre ha sido aceptado por todas las estructuras religiosas que temen perder su "identidad", que prefieren polemizar en lugar de dialogar. Solo se puede desarrollar la habilidad del diálogo-polílogo desde la asunción de la interculturalidad como elemento vital. La perspectiva intercultural nos hace renunciar al control y al poder. Y esto no siempre es factible para algunas tradiciones eclesiales. Lo decía Raúl Fornet-Betancourt, la interculturalidad responde a la propia diversidad interna del cristianismo: “[…] la perspectiva de la interculturalidad habilita al cristianismo para la pluralidad de las culturas y de las religiones” [1].

Así pues, podríamos recordar que hablar de "religión" no es solo una realidad individual e intimista, sino que tiene una dimensión ética, más aún, una dimensión que supera su misma condición: la espiritualidad, la cual no es confesional en el sentido de que no es exclusiva de una religión institucional, sino un espacio de encuentro desde lo más íntimo de la relacionalidad humana. Ya algunos líderes religiosos se han percatado de esto y lo han incluido en su discurso de una forma muy retadora, por una sociedad laica y llena de respeto a todas las religiones, que no deben ser excusa para amparar la violencia. Más bien, “No nos cansamos de repetir que nunca se puede usar el nombre de Dios para justificar la violencia. Solo la paz es santa y no la guerra” [2].

Será necesario, para entrar en un espacio ausente de poder y control, asumir el reto más fuerte aún que Dietrich Bonhoeffer, en plena prisión de Tegel, lanzó: para él era necesario hablar de Dios sin religión, que Jesús sea “señor de los no-religiosos [3]. Esto quiere decir que la teoría no es lo definitivo, sino la vivencia ética: de practicantes, de no practicantes y de los no creyentes. Aquí podemos encontrar una ruta de salida al conflicto que empieza desde lo pequeño y se traslada al ámbito global.

No es sencillo ponerse de acuerdo, pero no siempre es ese el objetivo: tal vez si nos damos cuenta de esto podríamos salir del deseo de homogenizarlo todo. Más bien podríamos crecer en la pluralidad. Las escrituras de las grandes tradiciones monoteístas invitan a celebrar la belleza de la creación y su multiplicidad de colores. La Tanak hebrea, en el libro de Yeshayahu o Isaías, pone en boca de Dios como “[…] mi casa será casa de oración para todos los pueblos” (56,7). Jesús, en el evangelio según Mateo, nos llama a no hacer distinción de nada con nadie pues Dios mismo no la hace: “Amen a sus enemigos, oren por quienes los persigan, para que sean hijos de su Padre celestial, que hace salir su sol sobre buenos y malos […]” (5,44-45). Finalmente, el Corán tiene muy en cuenta el buscar esa unidad pues “[…] la reconciliación es mejor” (4:128) y que “[…] quien perdone y se reconcilie recibirá su recompensa de Dios pues, ciertamente, él no ama a los malvados” (42:40).

Escuchar la conocidísima canción de Leon Gieco "Solo le pido a Dios", con un mix en hebreo y árabe [4], me ha movido las entrañas y me ha recordado que, sin poder hacer mucho materialmente hablando, el símbolo y la propuesta que construye desde la paz es fundamental. No es reiterativo ni trillado recordar al teólogo suizo Hans Küng, en su proyecto por una ética mundial. Para él, la fe es una oportunidad de encuentro, la diversidad religiosa puede ser una posibilidad para la paz, es más, debe ser su fin, construir una nueva sociedad que ponga la armonía por encima de los intereses individuales y egoístas: “[…] imposible la paz entre las naciones sin una paz entre las religiones; imposible la paz entre las religiones sin un diálogo de religiones” [5].

Referencias

[1] R. Fornet-Betancourt, “De la inculturación a la interculturalidad”, recuperado en línea el 23 de Septiembre de 2016: http://servicioskoinonia.org/relat/355.htm

[2] Papa Francisco, Meditación por la paz en Asís 2016, recuperado en línea el 24 de septiembre de 2016: http://www.vidanueva.es/2016/09/20/meditacion-del-papa-francisco-en-la-jornada-mundial-de-oracion-por-la-paz-en-asis/ (el subrayado es mío).

[3] D. Bonhoeffer, Cartas desde la prisión, del 30 de abril al 18 de junio de 1944.

[4] https://youtu.be/TXOUpXKn1NM?si=hK9AGtW4TCK_C-XB 

[5] H. Küng, Proyecto de una ética mundial, Trotta: Madrid, 2000, p. 165.

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