¿Cuál es el ayuno que yo quiero?... Parafraseando Is 58 (I)


Luego de la clase sobre Doctrina Social de la Iglesia mis estudiantes de 11° han compuesto algunas paráfrasis poéticas del hermoso texto del profeta Isaías sobre el ayuno agradable a Dios, mostrando su actualidad. Compartiré sus reflexiones en estos días. Hoy escribe José Miguel Gamboa Alvarado.




No tengas miedo a gritar lo que está mal,
no tengas miedo a la autoridad,
miedo a la mano opresora que moldea tus sentidos y entorpece tu razón, miedo al poder.
Grita lo que claramente está mal,
lo que no tiene ningún sentido, exponlo.

Tus ojos ya están abiertos y tu mente también,
sólo resta abrir tu boca y unir las manos que no toleran la injusticia.
La sociedad se hunde en una contradicción de actos y mente,
no se dan cuenta, ¿o será que no se quieren dar cuenta?

Actos contradicen ideologías,
buscan a Dios con sus ojos pero lo niegan con sus manos.
Pero, ¿qué es un acto?
Un acto es la verdad más traslúcida del pensamiento.
Muchas veces una vida con cara de religión,
lo único que encubre es el remordimiento de una conciencia.


Pienso que el ser humano debe de reflejar una lágrima o una sonrisa,
esa lágrima o sonrisa debe proyectarse en su corazón para ser uno mismo,
uno mismo con su mente, una unidad entre acciones y corazón.

¿Acaso el mar refleja mar? No, el mar refleja la belleza del ocaso, tal y como es.
Actos son océano de tu corazón y la evidencia más pura de tu pensamiento.
Una vida religiosa, una vida de ir a la casa de Dios los domingos disciplinadamente,
funciona como excusa para enmascarar el miedo al cambio.


¿Por qué matamos a Jesús? Jesús no murió por su doctrina,
Jesús murió por decir la verdad, por denunciar lo que estaba mal.
Jesús dijo: “la verdad os hará libres”,
pero el mundo vive y ha vivido atado a cadenas,
cadenas no físicas, cadenas que no podemos ver,
no obstante, por eso son tan difíciles de romper.

¿Cómo nos vamos a liberar de cadenas que no vemos?
¡Liberémonos! Liberémonos de esos parásitos
que nosotros mismos alimentamos.
El ayuno no consuela la injusticia de la masa,
una masa material,
que siente el frío de una madrugada sin hogar,
de un estómago vacío…
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