El colonizador, el colonizado y sus discursos: exégesis y perspectiva post-colonial



La ruptura con los modelos exegéticos “clásicos” que propone una lectura bíblica post-colonial contiene un cambio epistemológico de autocomprensión y de análisis contextual. La idea fuerza que me gustaría destacar radica en que, por primera vez en mucho tiempo, los fundamentos gnoseológicos de la exégesis salen del encharcado campo de la relación objeto-sujeto, es decir, no se centran sólo en el texto bíblico como realidad acabada ni solamente en el intérprete del texto como quien brinda sentido en cada lectura; más bien es en la relación ligada al contexto del lector que los textos cobran vida una y otra vez. Varios cambios son destacables:

El primero reside en la caída del “mito de la transparencia”

Con las metodologías diacrónica (histórico-crítica) y sincrónica (análisis narrativos, retóricos y los basados en las ciencias sociales) se ha pretendido durante mucho tiempo encontrar en el texto “lo que realmente quería decir”, su sentido “original” para así comprender el significado primigenio del texto en su contexto. Nada más lejano de la realidad pues el argumento según el cual podemos arribar a “lo auténtico” por nuestros métodos supuestamente adecuados parte de un pre-juicio positivista.

Nuestras posibilidades de acercamiento a un texto antiguo o, incluso, contemporáneo son siempre limitadas porque el universo contextual en el que nació el texto es distante temporal, espacial y psicológicamente de nosotros. Pero no sólo por eso sino también porque nuestro universo contextual determina la lectura que podamos hacer hoy así como ha determinado la lectura en cada momento de la historia. Los efectos que el texto ha tenido en la cultura (sea en ambientes “religiosos” o “laicos”) son determinantes para nuestra comprensión hoy. Por ende pretender ser neutrales y que los textos sean ventanas absolutamente nítidas que pueden ser atravesadas y no ventanas con limitantes –como realmente son las ventanas que nos muestran solamente un fragmento de la realidad– es una pretensión cándida que una lectura contextual post-colonialista lleva consigo (Menéndez Atuña, p. 172).

La lectura post-colonialista nos exige superar una postura de ingenuidad con respecto de nuestra metodología

Tal como hemos mencionado anteriormente no se puede pretender una “pureza” de los resultados de un estudio, pero lo que señalamos ahora es que consideramos necesario fijarnos no sólo en el texto, en el contexto o en nosotros como lectores sino sobre el autor/los autores, tanto iniciales como quienes han interpretado el texto a lo largo de la historia que también son autores pues le han asignado nuevos significados al texto. La tradición de la lectura bíblica ha llegado a América Latina de la mano del grupo agresor colonizador, por ende, no podemos pensar que todas las interpretaciones que venían en los barcos españoles, ingleses, franceses, holandeses, etc., son lecturas des-politizadas. En realidad ninguna acción es despolitizada pues cada interpretación de la realidad lleva consigo la intencionalidad y la ideología del grupo en el que el autor y el neo-autor se han desenvuelto. Muchas de las reflexiones –por no decir todas– que han llegado hasta el mal llamado “tercer mundo” (digo “mal llamado” porque en realidad no es ni el tercero ni el quinto, sino el último en la perspectiva del dominante) son lecturas desde la perspectiva deductiva que parte del centro y se dirige a los márgenes pero no para revitalizarlos sino para crear cercas que mantengan los lugares sociales, los estatus.

La lectura post-colonial nos pide releer los textos teniendo en cuenta la carga colonizadora que tienen sobre sí para poder hacer una hermenéutica desde otro ángulo. La historia del Éxodo como realidad canonizada “[…] es utilizada para elogiar y entronizar como modelo a imitar o imitado, en tanto que la realidad es otra. Lo que ocurre realmente es la explotación de las riquezas naturales de los territorios y la expoliación de sus poblaciones” (Chedid, p. 220). Por eso, como lo dice Homi Bhabha, hay que “mirar desde el otro lado” y preguntarse no solamente por efectos del discurso colonizador en el colonizado sino lo que el colonizador descubre de sí en sus discursos.

Multiplicidad de metodología, pero una multiplicidad interrelacionada

La diversidad propuesta por los análisis post-colonialistas no crean “islas” de pensamiento sino que reconocen la importancia –innegable de por sí– de que exista una explícita relación entre los diferentes acercamientos al texto bíblico. Deconstruir no significa eliminar sino más bien desarmar para volver a armar con nuevos criterios y con más materiales. La exégesis histórico-crítica no está desvinculada del análisis sincrónico narrativo ni del acercamiento que pueda brindar la antropología cultural, más bien la complementariedad de estos paradigmas se impone y reclama también el tirar el texto hacia el hoy pues, aunque no se pretenda hacerlo, se hace cada vez que releemos. Así no es lo mismo una relectura en un contexto de hermenéutica feminista o en un contexto de hermenéutica campesina pero ambas se necesitan en cuanto tienen puntos comunes que proponen una liberación íntegra de todo sujeto excluido.

Bibliografía consultada

Luis MENÉNDEZ ATUÑA, «Re-lecturas desde el “más-acá”. Introduciendo la óptica poscolonial en el panorama bíblico de lengua hispana»: Teológica Xaveriana vol. 61, n° 171 (2011).

Saad CHEDID, «La Torah leída con los ojos de los cananeos o la otra cara de la conquista»: AA.VV., La Biblia leída con los ojos de los cananeos. Recordando a Edward W. Said. Buenos Aires: Editorial Canaán, 2011.
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