Carta abierta a los Reyes Magos

Hoy celebramos la fiesta de la Adoración a Jesús de los tres Reyes Magos de Oriente, que es el sentido cristiano que toma la Epifanía del Señor. Epifanía es una palabra que deriva del griego y que significa, en esta lengua, manifestación. Precisamente, hoy, en la Misa, después de la lectura del Evangelio, al hacer el anuncio de las fiestas del año, anunciamos que la gloria del Señor se ha manifestado y se continuará manifestando entre nosotros, hasta el día de su retorno glorioso.

En este contexto de alegría e ilusión, hoy muchas familias se reúnen para desenvolver, todos juntos, los regalos que han dejado los Reyes. Esta es una tradición entrañable y, a la vez, muy esperada por los más pequeños, que esperan con emoción este día. Ellos son símbolo de alegría y de esperanza. La pureza de las sonrisas de los más pequeños y la luz que nace de su mirada explican la importancia de este gran día.

Sin embargo, hay que tener presente que, tristemente, algunos niños no han recibido ningún juguete. Por ello, agradezco las iniciativas solidarias que procuran que todos, pequeños y grandes, podamos tener un regalo. Gracias de corazón a las personas anónimas que hacen posible que la magia de la Navidad llegue a todas partes.

También quisiera compartir con vosotros mi carta a los Reyes y, como los niños pequeños, espero que mis deseos se hagan realidad. En esta misiva me dirijo a Sus Majestades para pedirles paz y fraternidad. Les pido paz recuperando un fragmento del mensaje del papa Francisco con motivo de la 52 Jornada Mundial de la Paz, que se celebra el primer día de enero. En el mensaje de este año, el Papa nos recuerda que todos estamos llamados a llevar y anunciar la paz como buena noticia de un futuro donde cada persona sea respetada en su dignidad y sus derechos.

El mensaje apostólico añade que no hay paz sin confianza recíproca. Y la confianza tiene como primera condición el respeto de la palabra. De este modo, dice el Papa que el compromiso político -que es una de las más elevadas expresiones de la caridad- tiene en cuenta la preocupación por el futuro de la vida y del planeta, de los más jóvenes y los más pequeños.

Deseo también que vivamos con fraternidad este nuevo año. Es cierto que el actual clima de crispación social no nos lo facilita, pero con la ayuda de Dios podemos superar este momento de tensión. Vivir en fraternidad es cosa de todos. Os pido, pues, que seamos más prudentes con los mensajes que enviamos a la gente. Evitemos las expresiones incendiarias y fomentemos un lenguaje que favorezca el diálogo. Todos nosotros podemos y debemos ser promotores de comprensión, de diálogo y de cooperación en la tarea de humanización de la sociedad.

Estimados hermanos y hermanas, confío en que estos deseos de paz y de fraternidad se hagan realidad, con la ayuda del Señor, durante este año que acabamos de iniciar.

† Cardenal Juan José Omella
Arzobispo de Barcelona
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