Juan Pedro del Moral, In memoriam

En la preparación de la primera visita del Papa Juan Pablo II a Venezuela (1984-1985) se desempeñaba como Ministro de Transporte y Comunicaciones. Junto con el Senador Alejandro Izaguirre y el General Simón Tagliaferro, fueron los hombres claves del gobierno para el éxito de aquella aventura apostólica. Desde su Despacho arreglamos muchas cosas con rapidez y competencia, en la exigente logística de un evento de esa naturaleza. Tomaba su teléfono interministerial y le decía al funcionario de turno, “te pongo a Mons. Porras para que lo atiendas y le des respuesta inmediata a su solicitud”. Y así fue. En ningún momento quiso aparecer ni solicitar para sí ningún privilegio. Su condición de creyente y ejecutivo lo llevaba a encontrar soluciones rápidas a los problemas.
Desde entonces trabamos una amistad que se acrecentó en el tiempo. Resalto de su personalidad la disposición gerencial para solucionar lo grande y lo pequeño en un ministerio tan complejo y abierto a tentaciones para medrar a favor propio o de los suyos, dado el volumen de dinero que manejaba. Su honestidad y la exigencia de cumplir estaban por delante de cualquier otra circunstancia.
Se preocupó por la vialidad merideña. Quiso impulsar la Mérida-Panamericana que estuvo paralizada por varios años. Los correctivos de varias variantes de la Trasandina se debieron a su interés, y se hizo con un costo ínfimo, favoreciendo a pequeños y eficientes empresarios de la zona. Los correctivos de las curvas de San Román en el Páramo y entre Estanques y San Felipe, fueron obra suya. En la empresa privada promovió el deporte con Guantes Tamanaco, y en el pueblo de Santo Domingo, entre Barinas y Apartaderos, construyó una hermosa posada que le servía de descanso y contemplación.
Su alegría y vivaz espíritu sobresalía por encima de cualquier diferencia. Qué bueno haber conocido a hombres públicos, con conciencia política y espíritu de servicio, más allá de las naturales diferencias de los humanos. Sea su vida, en el momento de su desaparición física, faro luminoso, digno de imitar. Paz a sus restos y mi oración por su eterno descanso con el agradecimiento por los muchos frutos de su vida personal y pública. Descanse en paz.
Mons. Baltazar Enrique Porras Cardozo