Viernes santo
La Palabra de Dios nos propone un retrato vívido del Cristo sufriente: Muchos se horrorizan al verlo, pues ha sido desfigurado su rostro. No sólo por la tortura y los golpes, sino porque ha sido despreciado y rechazado por los seres humanos. Se presenta como varón de dolores, desestimado y con un rostro que refleja sufrimiento. Todo eso lo soportó por cada uno de nosotros, quienes lo hemos visto herido, como si fuera un leproso, traspasado por nuestras rebeliones. Ha cargado sobre Sí los crímenes y pecados de la humanidad. Sin embargo todo lo soportó para traernos la paz y la salvación. Es lo que conmemoramos en esta tarde solemne cuando recordamos su pasión y muerte.
Ese rostro sufriente de Cristo lo volvemos a encontrar no en estampas o en imágenes, no en películas o esculturas… Lo conseguimos en el rostro lleno de dolor de tantísimos hermanos nuestros. Es el rostro de quienes están padeciendo hambre y hasta buscan algo de alimento en los montones de basuras que hay en las calles de nuestras poblaciones… En el rostro de los hombres y mujeres que no encuentran quién les dé fortaleza en su salud, ya que no hay medicamentos o porque muchos médicos y enfermeros se han ido del país… En el rostro entristecido de muchos padres al ver a sus hijos y nietos irse a otras tierras, para ver si consiguen algo mejor… Es el rostro despreciado por tantos amigos y hermanos que lo hunden por su menosprecio, o porque lo conducen a la droga, al contrabando, a la corrupción, a la prostitución… Es el rostro que algún día fue atractivo y hermoso pero que hoy es considerado como el de un leproso al haber sido traspasado por la opresión de quienes tienen el poder en sus diversas manifestaciones… Es el rostro triturado por los crímenes de quienes han empobrecido nuestra patria o buscan sólo sus propios intereses… Y como si fuera poco, es el rostro de quien está soportando toda la tragedia en la que vivimos…
Sin embargo, ese rostro de Cristo, identificado en el de tantos dolientes, no se quedará malherido ya que surgirá luminoso en la Resurrección. Los opresores, los corruptos y los que desfiguran el rostro de nuestros hermanos y hasta el mismo de cada uno de nosotros se sorprenderán porque Cristo –y quienes se hallan identificados con y en Él- va a liberarlos y darle el rostro luminoso de la libertad y salvación. Como bien lo dice el texto profético, al igual que Cristo, verán la luz, desplazarán a los soberbios y “poderosos” para entrar en la nueva creación. Al final de la pasión, cuando el Redentor diga “todo está cumplido”, se habrá conseguido el efecto de la entrega de Jesús.
En estos momentos de crisis agravada en Venezuela, estamos llamados a contemplar en los rostros de cada uno de nuestros hermanos, el sufrimiento de la Víctima que se ofreció para la salvación de toda la humanidad. Y también, en esa contemplación descubrir el rostro iluminado de la Pascua con lo cual podemos decirles a quienes sufren que quien de verdad los ama no los desprecia, sino que recibe su dolor en forma de ofrenda para salvarles y para abrir los caminos de liberación en la sociedad donde vivimos. Para ello, dicha contemplación tiene que desembocar en el grito desgarrador, aún exclamado con poca voz, del Redentor en la Cruz: “TODO ESTA CUMPLIDO”.
+MARIO MORONTA, OBISPO DE SAN CRISTOBAL.