Los Beatles y la religión Más famosos que Jesús

The Beatles
The Beatles Roger - FLICKR

Los cuatro de Liverpool no eran particularmente religiosos, pero la religión era un tema que les interesaba. Por eso hablaban con los sacerdotes católicos que iban a presenciar sus actuaciones. En sus conversaciones, salían a relucir temas como la pobreza del mundo y la riqueza de la Iglesia.

En Los Reyes Taumaturgos (1924), Marc Bloch estudió el poder milagroso que en la Edad Media se atribuía a los reyes de Francia e Inglaterra. Se suponía que, con solo tocarlos, los monarcas de estos países podían curar a los escrofulosos. Esta creencia en una virtud sobrenatural tal vez nos parezca propia de un tiempo de oscuridad y superstición, sin embargo… 

Saltemos ahora a la modernidad del siglo XX. En la década de 1960 llegó a convertirse en una costumbre llevar tullidos ante los Beatles con la esperanza de que los sanaran a través del contacto físico. John, Paul, George y Ringo, como ídolos de masas, despertaban las mismas esperanzas que los antiguos soberanos del libro de Bloch. El episodio, recogido en Antología (Ediciones B, 2000), su volumen autobiográfico, es revelador al mostrarnos cómo la sacralidad, con el paso de los siglos, pasa de una figura real a unas estrellas del rock que se encuentran con que todo el mundo quiere conocer sus opiniones sobre lo divino y lo humano. “La gente nos preguntaba qué opinábamos de la bomba H, la religión y la adoración de los fans”, comentará Paul al rememorar la locura de aquel tiempo.  

John, Paul, George y Ringo, ídolos de masas
John, Paul, George y Ringo, ídolos de masas Roger - FLICKR

El gran escándalo

El impacto de los Fab Four sobrepasó de largo el más optimista de los pronósticos: el hasta entonces modesto grupo inglés, a una velocidad de vértigo, se convirtió en icono cultural. Tanta era su popularidad que John Lennon llegó a decir, en 1966, que era superior a la de Jesucristo. Se armó entonces el gran escándalo. En Estados Unidos, donde los Beatles tenían prevista una gira, muchas radios dejaron de poner sus éxitos y se quemaron sus discos. Se vivieron momentos de gran tensión. La propia seguridad personal de los músicos llegó a estar amenazada por los extremistas, caso de los miembros del Ku Klux Klan, dispuestos a dar un escarmiento a aquella banda de blasfemos. La situación se puso tan seria que John, para salvar al grupo del peligro, se vio obligado a pedir disculpas. 

Toda la polémica partía de un formidable malentendido. Lennon dijo que él y sus compañeros eran más famosos que Jesús, no que fueran mejores. Su comentario hay que entenderlo como la constatación del proceso secularizador común a la vieja Europa, en una época en que las distintas iglesias veían disminuir su número de feligreses. El anglicanismo no constituía una excepción, como demostraba la inquietud surgida entre sus filas ante la caída de sus efectivos. El futuro creador de Imagine, por tanto, no hacía más que reflejar una decadencia sociológica. En la misma línea que tantos intelectuales de izquierda, aseguraba que el cristianismo “se irá encogiendo y desaparecerá”. Jesucristo, para Lennon, constituía una referencia positiva. Sus discípulos, en cambio, no le merecían el mismo respeto porque, en su opinión, desvirtuaban por completo su mensaje. 

"El cristianismo se irá encogiendo y desaparecerá", aseguraba John Lennon.
"El cristianismo se irá encogiendo y desaparecerá", aseguraba John Lennon.

Mother Mary

Los Beatles habían crecido en un ambiente de pluralismo confesional muy distinto, por ejemplo, al monolitismo que hubieran encontrado en la España de la época. Paul recuerda que los protestantes y los católicos siempre discutían. Si los primeros rechazaban la existencia del pecado mortal, los segundos la admitían y encontraban inconcebible que sus oponentes pensaran de otro modo. Durante su infancia, McCartney asistió a la escuela dominical de su iglesia. Allí se familiarizó con la música religiosa, que no solo influiría en sus canciones más primerizas, sino también en otras como “Let it be”, una de sus melodías más conocidas. Todos los beatlemaniacos sabemos que en la letra aparece una Mother Mary (Madre María), que lo mismo puede referirse a la Virgen que a la madre del compositor, Mary McCartney. Esta última teoría resulta más probable, pero el propio autor ha animado a que cada uno de nosotros entienda su obra como mejor le parezca.  

Opuestos al dogmatismo, los Beatles han tendido a una visión ecuménica de la fe, convencidos de que todas las doctrinas reveladas afirman, en esencia, lo mismo.  Aunque ellos no eran particularmente religiosos, la religión era un tema que les interesaba. Por eso hablaban con los sacerdotes católicos que iban a presenciar sus actuaciones. En sus conversaciones, salían a relucir temas como la pobreza del mundo y la riqueza de la Iglesia. Los cuatro de Liverpool recomendaban a estos curas que difundieran el Evangelio a través de canciones modernas, no de viejos himnos que ya no emocionaban a nadie: “Dadle un poco más de vida al asunto”. 

Sin duda, el ambiente en torno al Vaticano II estaba detrás de estas reflexiones sobre la necesidad de renovación. En línea de la tendencia general hacia la privatización de la fe, las superestrellas británicas rechazaban las religiones organizadas en beneficio de la vivencia personal. “La Iglesia está dentro de la cabeza de cada uno”, afirmó en cierta ocasión Lennon. Quería decir que no hacía falta una estructura burocrática, fuera la que fuera, para tener una experiencia de Dios.    

Coqueteos con el hinduismo

Obviamente, el Beatle más famoso por sus inquietudes espirituales fue George Harrison, un hombre muy cercano a la religiosidad oriental, como refleja su conocido tema en solitario “My Sweet Lord”. Se trata de un canto de alabanza al dios hindú Krishna, aunque está escrito de una forma tal que puedan sentirse identificados todos los que busquen una realidad trascendente. 

George arrastró a sus compañeros a la India en 1968. En el subcontinente, el grupo siguió las enseñanzas del Maharishi, el gurú de la secta Meditación Trascendental. Al principio, todos estaban entusiasmados. Inmersos en la vorágine de la fama, habían encontrado a alguien que les hablaba de relajación y de mirar en el interior de sí mismos. No tenían que aceptar ningún dogma, solo aprender una técnica para meditar. 

En pocas semanas, sin embargo, llegó la decepción, alimentada por el rumor desagradable de que el Maharishi, que se habría insinuado sexualmente a varias de sus alumnas. Lennon le dedicaría una canción crítica, “Sexy Sadie”, en el álbum blanco.  Estaba claro que era un ser humano aunque los Beatles, como admitiría Paul, hubieran llegado a pensar lo contrario.     

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