"Ante la indiferencia global, el ayuno de tres amigos resuena como un grito por la paz" El ayuno de Gabriela, Llum y Martí: un clamor silencioso contra la injusticia en Tierra Santa

Martí Olivella, Gabriela Serra y Llum Mascaray, el pasado 2 de febrero. | Foto: Lafede.cat
Martí Olivella, Gabriela Serra y Llum Mascaray, el pasado 2 de febrero. | Foto: Lafede.cat

"A todos nos interpela profundamente la pregunta que ellos nos hacen con su gesto: ¿Y tú, quéestás dispuesto a hacer? ¿Qué estás dispuesto a sacrificar por esa causa? ¿O te conformas conlamentarte?" 

"Un ayuno, perdón por la comparación tan impropia, es una bomba lanzada entre los amigos, con elánimo de que su onda active nuevas explosiones en ellos, que multipliquen la onda expansiva"

(Foc Nou) Gandhi, en su último ayuno, el mismo mes de enero de 1948 en que fue asesinado, expresó: «En ningún caso debe considerarse que el ayuno es una maniobra política. Es obediencia a la perentoria llamada de la conciencia y del deber. Surge del profundo dolor que sentí».

Día 1 de febrero de 2024: 3 personas, Gabriela Serra Frediani, Llum Mascaray Olivera y Martí Olivella Solé, han iniciado un ayuno. Cansadas de observar tanto dolor, tantos crímenes, tantas complicidades vergonzosas, tantos silencios; impactadas por el drama que se vive en Israel y Palestina; después de meses de expresar de otras formas su disconformidad y oposición, han decidido emprender esta acción valiente y sacrificada.

Otras veces he sabido de ayunos por causas justas y he intentado mostrar mi apoyo. Pero esta vez son personas cercanas, que conozco, que admiro y que quiero. Su gesto me conmueve profundamente.

No es un gesto fácil de entender. A ojos de mucha gente puede parecer un acto meritorio pero poco útil, porque este gesto hace sufrir a los amigos, pero no tiene ninguna fuerza sobre los enemigos, que les ignoran y dan muy poca importancia al sacrificio autoinfligido o al daño que puedan experimentar aquellos a quien desprecian.

Está claro que no es un acto de fuerza, ni comporta amenaza alguna. Es un acto que va dirigido directamente a la conciencia. Nos dice lo importante que es esta causa para ellos, que por ella están dispuestos a sacrificar incluso algo tan esencial como es la comida. Y está claro, las conciencias son tan más fuertemente sacudidas cuanto más estrecha es la vinculación con aquellos que ayunan. Ya se da por supuesto que, hablando de este caso concreto, al gobierno de Israel ni le llegará la noticia ni le sacudirá la conciencia.

Pero a mí sí, y mucho! Y como a mí a la muchedumbre de personas que llenaban la iglesia del Palau en el acto de presentación y a muchas otras que, sin estar ahí, los conocen; o también a otros que saben de sus luchas y simpatizan con ellas; o quizás todavía a otros que se sentirán empujados a movilizarse por la misma causa; o incluso puede llegar a personas que tienen alguna responsabilidad de gobierno y sienten la presión de la opinión pública; o... Y así ampliando el círculo.

A todos nos interpela profundamente la pregunta que ellos nos hacen con su gesto: ¿Y tú, qué estás dispuesto a hacer? ¿Qué estás dispuesto a sacrificar por esa causa? ¿O te conformas con lamentarte? ¿Podemos conjuntamente ejercer alguna presión sobre nuestros gobernantes para que actúen?

Un ayuno, perdón por la comparación tan impropia, es una bomba lanzada entre los amigos, con el ánimo de que su onda active nuevas explosiones en ellos, que multipliquen la onda expansiva, en una reacción en cadena que puede convertirse en imparable, o sólo quedarse en mala conciencia de algunos. Pero esto ya no depende de ellos. Ellos han iniciado la onda, ¿qué vamos a hacer nosotros?

Gabriela, Llum, Martí, vuestro testimonio nos hace mejores a todos, dignifica a la humanidad, remueve nuestras conciencias. ¡Muchas gracias!

*Antoni Soler es miembro de FundiPau y del Grupo de Trabajo de Noviolencia Cristiana de Cristianisme i Justícia

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