"Un maestro de la ambigüedad calculada y del intento de querer navegar las aguas turbulentas sin mojarse" Argüello, el aprendiz de mago sin chistera

Luis Argüello, al comienzo de la Plenaria
Luis Argüello, al comienzo de la Plenaria J. B.

"¿Cómo conseguirá la cuadratura del círculo de optar al capelo con este Papa y, al mismo tiempo, defender a Vance, uno de los máximos oponentes de León XIV y líder de la galaxia ultracatólica USA?"

"Todo cabe en su discurso y nadie puede acusarlo de mentir. Pero se nota a las claras su sesgo, que tira para lo que le conviene y calca o no las tintas según su propia visión ideológica"

"Sin pedir perdón por la larga etapa de connivencia con el franquismo, que podría ser el gesto claro que está esperando la sociedad sobre la memoria histórica"

Me consta por experiencia directa que monseñor Argüello tiene entrañas de misericordia y un gran corazón. Y, en contra de lo que suelen hacer muchos clérigos, es capaz de pasar de las palabras a los hechos, aunque eso implique echar mano a su propia cartera. También me consta que es un arzobispo que ideológicamente ha transitado del comunismo al más radical de los conservadurismos. Tanto ideológica como eclesialmente. Pero su máxima aspiración es pasar por ser centrista y equilibrado.

Es evidente que nunca fue un hombre de Francisco y que le ha costado mucho asumir la Iglesia en salida (con todas sus consecuencias) del anterior Papa. Siendo un prelado astuto e inteligente, está claro que busca posicionarse ante el actual pontificado, que considera menos radical y más equilibrado que el anterior. Pero, ¿cómo conseguirá la cuadratura del círculo de optar al capelo con este Papa y, al mismo tiempo, defender a Vance, uno de los máximos oponentes de León XIV y líder de la galaxia ultracatólica USA?

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El Papa y Argüello
El Papa y Argüello

El discurso inaugural de monseñor Luis Javier Argüello en la CXXVIII Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española ofrece un ejemplo palpable de este equilibrio inestable, de esta magia sin chistera. Con un estilo sobrio, mesurado, sin estridencias, pero con referencias muy elaboradas a fuentes eclesiales y filosóficas, lo que otorga un respaldo intelectual sólido a su mensaje. Usa imágenes de comunión, fraternidad y misión que buscan inspirar unidad y compromiso para la acción evangelizadora en tiempos de crisis social, política y cultural.

Un discurso denso y largo (37 páginas apretadas), en el que Argüello analiza con pulcritud la realidad, expone los hechos con realismo, asi como las diversas visiones e interpretaciones. Todo cabe en su discurso y nadie puede acusarlo de mentir. Pero se nota a las claras su sesgo, que tira para lo que le conviene y calca o no las tintas según su propia visión ideológica.

Por ejemplo, le conviene señalar el llamado “giro católico”. ¿Suficientemente probado, simplemente por un disco de Rosalía y una película sobre los domingos, cuando en nuestros barrios los críos ya ni se bautizan? Ensalza el giro, pero, al mismo tiempo, deja caer que también podría ser “una moda u objeto de manipulación ideológica del desconcierto y las dificultades que viven hoy los jóvenes”.

En este supuesto giro católico, llega a nombrar a Vance, el vicepresidente católico USA y llega a plantearse si la revolución conservadora de Trump y del MAGA “tiene un suplemento de alma”. Lo que no dice es que esos mismos ultracatólicos son los que empiezan a denigrar a León XIV y a acusarle de ser tan comunista como Francisco.

Papa americano

Por supuesto, en este amplio caleidoscopio de su discurso (todo cabe en su chistera), me gusta mucho más su referencia a la ‘Dilexi te’ y a esa frase ya acuñada por León XIV de que, para la Iglesia, “los pobres no son una categoría sociológica, sino carne de Cristo”. Y lo que más me gusta es que, en el siguiente apartado (referido al informe FOESSA), aterriza en denuncias concretas sobre la precariedad que aumenta por todas partes. Echo de menos, sin embargo, la misma contundencia en denunciar los bulos y mentiras del PP y de Vox sobre la emigración, los desahucios o la vivienda.

También hace un buen análisis del papel de la Iglesia en el tardofranquismo y en la Transición, ejemplificado en los discursos de los dos líderes episcopales de la época: el cardenal Marcelo González, arzobispo de Toledo, y el cardenal Tarancón, arzobispo de Madrid. Buen análisis, pero sin mojarse. Por ejemplo, sin pedir perdón por la larga etapa de connivencia con el franquismo, que podría ser el gesto claro que está esperando la sociedad sobre la memoria histórica.

Y, por último y como de refilón, también se refirió al tema de los abusos e, implícitamente, al tema Zornoza, pero para equiparar la defensa de las víctimas con la de la presunción de inocencia de los abusadores. Y, por supuesto, sin citar al compañero obispo por su nombre. Dicen algunos que no quiso hacer leña del árbol caído, que es la salida de los tibios, cuando no quieren condenar lo más condenable: el pecado contra el Espíritu Santo.

Magia

En definitiva, Argüello ejerció de Argüello: cita los problemas, los enumera y analiza, pero sin mojarse, tomando partido sólo cuando le conviene. Un maestro de la ambigüedad calculada y del intento de querer navegar las aguas turbulentas entre las exigencias ideológicas y pastorales internas y externas sin tomar partido. Es la cuadratura del círculo o, como dice el propio Argüello, una llamada urgente a caminar juntos, con pasión renovada, hacia la “hora del amor” y la justicia social, sin perder el horizonte trascendente del Evangelio. Es el vano intento de un aprendiz de mago sin chistera.

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