Centenaria y siempre joven Sal Terrae

100 años. Toda una vida en la existencia de una persona. Toda una vida también para una revista. Sobre todo si es de teología. Sal Terrae ha conseguido la proeza. No solo de cumplir su primer centenario, sino seguir vivita y coleando. Un milagro en época de secularización y en tiempos de miedo a vivir en la frontera. La censura teológica anda rauda y muchos pensadores, ya cansados, prefieren no complicarse la vida ni exponerse inútilmente a las represalias de los censores.

Un miedo que corta las alas a algunos, pero no a la revista de pastoral de los jesuitas. Una revista de referencia, que sabe conjugar la profundidad teológica con la divulgación, la seriedad con el lenguaje actual.

De ella siguen bebiendo curas, frailes y monjas, pero también cada vez más laicos. Tanto en España como en América, que se presenta como uno de los retos que tiene que afrontar su flamante nuevo director, Abel Toraño. Muy preparado, pero aún joven, el padre Toraño conoce el latir de la juventud actual y de las nuevas tecnologías, no en vano fue, hasta hace poco tiempo, uno de los responsables del proyecto juvenil Magis de la Compañía de Jesús.

Hoy, en rueda de prensa, acompañando al director saliente, Enrique Sanz, y al director de la editorial homónima, Antonio Allende, Toraño se mostró decidido a dar continuidad al proyecto, pero con claras incidencias en el lenguaje y en las nuevas tecnologías.

Se necesita más que nunca en la Iglesia española una revista como Sal Terrae, que su ex director define como "abierta, plural, crítica, propositiva, pero profundamente eclesial". Una revista sin miedos, al menos exagerados. Una revista equilibrada, pero capaz de decir abiertamente lo que algunos sólo se atreven a susurrar en privado. Una revista profética, que sea capaz de connectar con las necesidades formativas y pastorales de los catolicos de hoy.

Tiene expriencia. Una gran experiencia acumulada desde su creación por el padre Remigio Vilariño. Y dispone de buenos timoneles, sabedores de que "en esto bosque de la Iglesia tiene que haber árboles de todo tipo". Y Sal Terrae es un árbol frondoso, que nos seguirá aportando sus sabrosos y fecundos frutos. ¡Enhorabuena por los cien y a por los doscientos...por lo menos!

José Manuel Vidal
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