Clara ruptura de la comunión enttre obispos y desacato concreto a una decisión papal Jesús Catalá incardina en Málaga al 'cabecilla' de la oposición al coadjutor de Almería sin ni siquiera hablarlo con su 'hermano' obispo

Jesús Catalá
Jesús Catalá

"La incardinación tiene tal importancia para la institución que el Código de Derecho Canónico establece cantidad de requisitos y cautelas para romperla y permitir la excardinación de un sacerdote. Requisitos que se ha saltado a la torera monseñor Catalá, para acoger con todos los honores e incardinar en su diócesis al sacerdote almeriense, Carlos María Fortes"

"El titular de Málaga acogió en su diócesis al cura Fortes sin hablar previamente con el obispo de Almería y, por supuesto, sin consensuar su traslado en absoluto. Más aún, sabiendo que monseñor Cantero se oponía a su excardinación"

Carlos María Fortes era párroco de la Iglesia de la Encarnación de Vera y vicario episcopal de las zonas Norte y Levante de la provincia de Almería. Joven, dinámico y con afán de protagonismo, puso en marcha la Fundación Artcupa

Cuando el Papa decide nombrar un obispo coadjutor para Almería y recortar los poderes de monseñor González Montes, el cura Fortes se convirtió en el cabecilla de los pocos sacerdotes que se posicionaron en contra de monseñor Gómez Cantero

Hay una palabra que los obispos tienen siempre en la boca a la hora de apaciguar los ánimos y desactivar las reivindicaciones de los laicos y, sobre todo, de los curas más críticos: comunión. Por supuesto, los prelados también presumen de comunión entre ellos, no en vano forman parte del 'colegio' episcopal. Pero una cosa es la teoría y otra, la práctica.

Y si no, que se lo pregunten al obispo de Málaga, Jesús Catalá, que no dudó en absoluto en romper en mil añicos la susodicha y sacrosanta comunión con su vecino, el obispo coadjutor de Almería (con mando en plaza otorgado por el propio Papa), Antonio Gómez Cantero, a cuento del caso del cura de Vera, Carlos María Fortes.

Desde el momento del diaconado, todo miembro del clero secular queda adscrito a una determinada diócesis. Es lo que se llama la incardinación, por la que el sacerdote queda vinculado a una diócesis, en dependencia jerárquica de su obispo y con todos los derechos y obligaciones. De esta forma se evitan, asimismo, los curas acéfalos o vagos.

Fortes

La incardinación tiene tal importancia para la institución que el Código de Derecho Canónico establece cantidad de requisitos y cautelas para romperla y permitir la excardinación de un sacerdote. Requisitos que se ha saltado a la torera monseñor Catalá, para acoger con todos los honores e incardinar en su diócesis al sacerdote almeriense, Carlos María Fortes.

Por ejemplo, el canon 267 establece que “para que un clérigo ya incardinado se incardine válidamente en otra Iglesia particular, debe obtener de su Obispo diocesano letras de excardinación por él suscritas, e igualmente las letras de incardinación suscritas por el Obispo diocesano de la Iglesia particular en la que desea incardinarse”.

Pero el titular de Málaga acogió en su diócesis al cura Fortes sin hablar previamente con el obispo de Almería y, por supuesto, sin consensuar su traslado en absoluto. Más aún, sabiendo que monseñor Cantero se oponía a su excardinación y, para evitarla, le ofreció toda una serie de 'salidas' pastorales al saceerdote.

Catalá

De hecho, el propio obispo y sus vicarios mantuvieron varias conversaciones con el sacerdote, “para que permaneciera en la diócesis, pero no ha sido posible”, reconoce la circular del vicario pastoral, Francisco Saez, enviada al clero el pasado 23 de septiembre.

Carlos María Fortes era párroco de la Iglesia de la Encarnación de Vera y vicario episcopal de las zonas Norte y Levante de la provincia de Almería. Joven, dinámico y con afán de protagonismo, puso en marcha la Fundación Artcupa, que el propio cura definía así: “la Fundación Artcupa nace con tres fines muy específicos, apostar por el arte, la cultura y el patrimonio. Apostando por el arte y la cultura sabemos que implicamos a todos aquellos que conforman la sociedad. Pensamos que son vías para hacer una sociedad más grande y buena, más limpia y justa. Y el patrimonio es aquello que nos han dejado nuestros mayores, que estamos obligados a cuidarlo. Desde la Fundación entendemos que somos una obra de Dios y como tal estamos obligados a cuidar esa obra”.

Y con su grandilocuencia preñada de narcisismo añade: “Esta Fundación entiende la vida y el mundo como un gran lienzo, que tiene por artista al Creador y cada uno de los que componemos esta obra, somos un pequeño pincel en sus manos. Nuestro reto es estar con todos, dialogar con todos, servir a todos, sentarnos con todos y al nivel de todos; y ahí y desde ahí, ser también un nuevo pigmento para el mundo del arte y la cultura contemporáneas”.

González Montes

Apoyado por empresarios de la zona y, sobre todo, por su amigo y protector el entonces obispo plenipotenciario de Almería, Adolfo González Montes, el eco de su iniciativa llegó incluso a oídos del Papa y, en el mes de junio de 2019, el padre Fortes recibió una (presunta) llamada telefónica de Francisco, para conocer detalles de la Fundación Artcupa. (Algunos aseguran que no existió tal llamada y que fue una invención del cura).

Desde entonces, el joven párroco se sintió con bula papal para todo y comenzó a meterse en berenjenales económicos y sociales de todo tipo. Y la 'fama' se le sube a la cabeza. Tanto es asi que, cuando el Papa decide nombrar un obispo coadjutor para Almería y recortar los poderes de monseñor González Montes, el cura Fortes se convirtió en el cabecilla de los pocos sacerdotes que se posicionaron en contra de monseñor Gómez Cantero.

Fortes se opuso desde el principio (mayo de 2021) a la decisión papal, tanto en privado como en público. De hecho llegó a escribir, en una carta a sus hermanos sacerdotes, que quitarle el gobierno de la diócesis a Don Adolfo “había sido una injusticia gravísima” y que la decisión papal se había basado en “una trama contra el Obispo Diocesano para acabar con él, acusándole de tres cosas falsas: actitud inmoral de algunos sacerdotes, situación nefasta del seminario y una economía mal gestionada. Contra mí han enviado anónimos y pseudónimos a la Conferencia Episcopal Española, a Roma e incluso a varios obispos acusándome falsamente”.

Consciente de que su amigo, el obispo de Málaga, le iba a conceder la incardinación por la vía rápida, Fortes lanza un órdago el obispo coadjutor, se niega a aceptar los distintos puestos que le ofrecen y pide la excardinación urgente.

Antonio Gömez Cantero
Antonio Gömez Cantero

Por eso, en plena negociación con el coadjutor de Almería, el padre Fortes presenta, el 13 de septiembre, en el obispado de Almería su solicitud de excardinación, a la que acompaña ya de una carta de acogida en Málaga de monseñor Catalá.

Y, en su carta de despedida, arremete contra monseñor Cantero y, de paso y sin querer, hace un elenco de las acusaciones que, en ámbitos clericales, se dirigen contra él: “A día de hoy ni el Obispo-Coadjutor ni el Vicario general me han dado las razones de la remoción de todos mis cargos. Solamente me han llegado comentarios de terceros que se decía de mi persona que había traído dinero de la mafia, que había hecho operaciones de blanqueo de dinero para abastecer las megalomanías del Obispo Diocesano, que había realizado gastos sin justificar y que es tal mi inmadurez personal que no tengo las habilidades necesarias para gestionar una parroquia y menos su economía. Todas esas acusaciones son falsas; y lo peor de todo es que el Coadjutor y su equipo de gobierno se las han tragado sin verificar nada”.

Por su parte, el obispo de Málaga sabe perfectamente que está rompiendo la comunión eclesial con su hermano de Almería, porque la incardinación que ofrece al padre Fortes no cumple ninguno de los requisitos que prescribe el derecho canónico. Quizás, por eso, aduce un supuesto maltrato que el cura Fortes (según su propio relato) habría sufrido en la diócesis.

Es decir, monseñor Catalá acoge a su amigo, el cura Fortes, y al amigo de su amigo, el obispo defenestrado González Montes, si ni siquiera hablar antes con el obispo coadjutor de Almería, monseñor Gómez Cantero.

Catalá

Un claro gesto del clericalismo reinante y de ruptura de la tan cacareada comunión. Y una clara muestra de que el obispo de Málaga se rebela en la praxis contra la decisión concreta papal de nombrar a Gómez Cantero como obispo coadjutor de Almería, aceptando en su diócesis a toda prisa, sin permiso y sin diálogo al cabecilla de los opositores al nuevo obispo. Un ejemplo más de la casta clerical en acción.

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