Limpie su casa, Santidad

Triste y dolido, dicen que está el Papa. No es para menos. En dos días, ha perdido a su banquero y a su mayordomo. Como en los libros de Aghata Christie, el malo era el mayordomo y estaba en casa. Cerca, tan cerca, que da miedo comprobar lo expuesto que está Benedicto XVI. Porque parece evidente que "Paoletto" (como conocen en Roma a Paolo Gabriele) no actuaba sólo y por su cuenta y riesgo. A no ser que sea un esquizofrénico. Y entonces, el escenario todavía sería más trágico. ¡Pobre Papa, que quiere volar alto y marcar el horizonte de futuro de la Iglesia en medio de un nido de víboras! ¡Pobre Papa que no se cansa de denunciar el carrerismo y el poder en medio de uno de los focos de poder más potentes y putrefactos del mundo!

¿Qué buscaba Paoletto con las filtraciones? ¿Qué pretendía? ¿Quién le manipulaba? O es un simple chivo expiatorio o, por lo que cuentan los que lo conocen, Paoletto no es un tipo capaz de orquestar la mayor filtración de la historia de la Iglesia. Casado, padre de tres hijos, con casa y salario en el Vaticano y con el privilegio de estar casi las 24 horas del día al lado del Papa. ¿Quién, en su sano juicio, pone todo esto en riesgo por filtrar unos papeles?

Tiene que haber alguien detrás. Alguien que fue tirando de los hilos. Convenciendo al sencillo Paoletto de que lo que hacía era por el mayor bien de la Iglesia y del mismo Papa, al que, según dicen, adora. O alguien que lo compró por dinero, por mucho dinero. Porque no parece que a este hombre de vida tan sencilla y ordenada se le pueda chantajear con otro tipo de cosas.

Me parece imposible que, tras el mayor escandalo de la historia vaticana, esté sólo un simple laico. Y, además, el laico que sirve la mesa, prepara la ropa, ayuda al Papa a vestirse...Ni en las series más enrevesadas.

Por eso, creo que habrá más capítulos en esta saga. La lucha entre la vieja guardia (Sodano, Castrillón y Cia) y la nueva guardia (Bertone y Cia) es ya total y abierta y se llevará por delante a varios curiales. A los verdaderos culpables. Aunque, desgraciadamente, no a todos.

A no ser que el Papa haya decidido sacar su carácter alemán. Por ahora, ya se ha decidido a dar un puñetazo en la mesa. O ha dejado que lo dé su Secretario de Estado que, para el caso, es lo mismo. Y eso es algo que un gobernante debe hacer. Y debe hacer a menudo en el corazón de la Curia vaticana, donde se cruzan navajas y los diversos partidos velan ya armas de cara a la sucesión.

Mientras, el pueblo de Dios, escandalizado. O más bien dolido, muy dolido, por toda esta podredumbre que asemeja al Vaticano con la sede central de cualquier partido político. Y en peor. Dolido el pueblo católico más que escandalizado, porque sabe que la Iglesia es una institución humano-divina o divino-humana y, como tal, está sometida a las mediaciones humanas.

Aún así, limpie, Santidad. Tras limpiar a las manzanas podridas del clero, limpie ahora su propia casa. Eche a todos los curiales que buscan el poder y nada más que el poder. Rodéese de hombres santos, que también los hay (y muchos) en la Iglesia.

En cada país, la Iglesia cuenta con infinidad de hombres santos y competentes, que nunca llegan a obispos ni a los puestos altos de la Curia, precisamente por eso, porque son santos y no buscan el poder. De ésos es de los que tiene que rodearse. Cualquiera le puede hacer una lista. Yo mismo le puedo mandar una larga lista de sacerdotes cultos, preparados y santos. Porque, como siempre dice usted, el cambioo de las estructuras eclesiásticas no será posible sin hombres santos.

José Manuel Vidal
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