El Papa en México, decepcionante por omisión

Hoy concluye la primera etapa del viaje del Papa. Y su estancia en México ha pasado sin pena ni gloria. O con cierta gloria y mucha pena. La gloria de la acogida de los mexicanos del Estado cristero por excelencia, que lo vitorearon, le cantaron y lo proclamaron como 'Benedicto, hermano, ya eres mexicano'. Y la gloria de una misa multitudinaria (unos medios dicen que 300.000 y otros, 600.000 personas), aunque menos, porque esas cifras en un país como México tampoco son extraordinarias, aún siendo importantes. Se esperaba más. Incluso más gente. Pero Benedicto XVI tuvo que cargar con la sombra alargada de Maciel. Una sombra que el Vaticano no supo gestionar in situ.

Tanto es así que el propio Secretario de Estado, Tarcisio Bertone, lo reconocía así en su discurso en la cena con los cardenales y obispos latinoamericanos: "Si en esta misión ha habido alguna sombra, eso no empaña el esplendor del evangelio, siempre presente para purificar y alumbrar nuestro camino, que hoy pasa por esa revitalización de la fe a la que Su Santidad Benedicto XVI no se cansa de invitar".

Y esa fue la cruz y la gran decepción del viaje papal. Fundamentalmente, porque el Papa no se reunió con las víctimas del mayor icono de la pederastia eclesial, el fundador de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel. En una actitud de agravio comparativo a las otras victimas de abusos sexuales del clero, con las que el Papa siempre se reunió en sus viajes. ¿Es que las víctimas de Maciel son menos víctimas?

Y esa decisión sentó muy mal a la gente y a los medios. Tanto que el propio portavoz vaticano, Federico Lombardi, tuvo que salir en rueda de prensa a defender al Papa actual y a su predecesor: Ni Juan Pablo II ni Benedicto XVI fueron "encubridores del padre Marcial Maciel". Y añadió: "El Papa actual es un descubridor de pederastas". Decepcionate defensa.

Las otras dos razones, aducidas por Lombardi, para defender la decisión papal, tampoco parecen muy sólidas. Por un lado, dijo que el tema de la reunión con las víctimas de Maciel no lo colocaron los obispos mexicanos en la agenda papal. Eso, para algunos mediso mexicanos fue una prueba más de la connivencia clamorosa de los principales jerarcas mexicanos con Maciel y con su Legión.

Por otra parte, ¿desde cuándo la agenda de los obispos prima sobre la del Papa? Los obispos, en los viajes, sugieren sus propuestas al Vaticano, pero es Roma la que decide. Incluso en los más mínimos detalles, que atan, bien atados, desde meses antes, tanto Gasbarri, el organizador de los viajes, como Marini, el ceremoniero del Papa.

Para terminar de "arreglar" la cuestión, Lombardi justificó el que el Papa no se haya reunido con las victimas de Maciel, acusándolas de mantener una actitud "de agresividad y de ambigüedad" con la Iglesia. ¡Encima de víctimas, apaleadas! ¿Y qué se esperaba de unas víctimas que llevan más de 30 años esperando justicia y a las que no sólo se ha ninguneado, sino que se ha acusado de una especia de alta traición eclesiástica?

La otra razón empleada por el portavoz para justificar la negativa papal de recibir a las víctimas "legionarias" tiene más solidez. Adujo Lombardi que el encuentro con las víctimas lo hace el Papa cuando la Iglesia a la que visita está inmersa en un proceso de petición de perdón, de sanación y de reconciliación con las víctimas de abusos sexuales. Si no lo hizo, en México fue, pues, porque la Iglesia mexicana sigue estándo más cerca de Maciel que de las víctimas y no ha iniciado (ni con las víctimas de Maciel ni con las demás víctimas de abusos del clero) ese proceso de sanación y de perdón, que el Papa, barrendero de Dios, lleva años pidiendo y exigiendo a todos los episcopados del mundo.

¿Están desobedeciendo, de facto, los altos jerarcar mexicanos las indicaciones, claras y precisas del Papa en cuando a la tolerancia cero con los curas pederastas y al resarcimiento de las víctimas? ¿Sigue presionando y torciendo el brazo al episcopado mexicano la todavía poderosa Legión de Cristo, ya sin Maciel pero con mucho dinero, poder e influencia en sus arcas?

Preguntas serias y graves que alguien, desde Roma, debería contestar. Y tomar nota, para que el Papa no tenga que cargar con culpas ajenas. Que ya tiene suficiente con la enorme cruz que lleva encima. Y es que, en tiempos de comunicación global, la excesiva prudencia o el silencio sobre temas determinantes, como el de las víctimas de Maciel, se interpretan como silencios cómplices e interesados.

Queda una segunda parte en el viaje papal. Cuba estará en la agenda mediática, desde hoy mismo. Con mucha más potencia que la etapa mexicana. Y mucha mayor resonancia. Con cientos de periodistas de todo el mundo allí desplazados. Cuba y Fidel y la revolución siguen teniendo mucho eco en el imaginario mundial. Y los medios responden a esas expectativas. Ante el gran ojo mediático, el Papa puede lucirse y salir reforzado o hundir todavía más su imagen pública. Siempre que sus asesores hilen más fino que en México y le dejen ser quién es: un Papa anciano, frágil y humilde que, con sus mensajes esenciales, puede cautivar el corazón de la gente. Y hasta hacerse querer o, al menos, respetar, por la potente maquinaria mediática mundial.

José Manuel Vidal
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