La casilla de la Iglesia y Camino haciendo amigos

Los datos no tienen vuelta de hoja: 7.454.685 de declaraciones que marcaron la casilla de la Iglesia. "Si tenemos en cuenta -como dicen los obispos- que el 23,8% de las declaraciones que se presentaron fueron conjuntas, podemos estimar que en la pasada primavera más de 9,2 millones de contribuyentes asignaron a favor de la Iglesia católica". Más de 9 millones de personas que, al marcar año tras año (es el quinto año consecutivo que suben las cruces eclesiales) la casilla de la Iglesia, le otorgan su confianza, la respaldan, están con ella, la apoyan en una "especie de referéndum anual", como explica el gerente de la Conferencia episcopal, Fernando Giménez Barriocanal. Un dato del que presumir. Pero sin exagerar.

¿Hay, en España, 9 millones de católicos convencidos y que, por eso, marcan cada año la casilla de la Iglesia? No lo parece. Según los datos de la propia Iglesia, no llegan a 8 millones los católicos que van a misa los domingos. Además, el propio secretario del episcopado, Martínez Camino, reconocía que la casilla la marcan católicos y no católicos y hasta ateos o agnósticos.

Y un gra porcentaje de los que la marcan lo hacen como reconocimiento a la extraordinaria labor social de la Iglesia. De hecho, es ésa labor la que resaltan y en la que se focalizan las campañas publicitarias del Xtantos. Es decir, la Iglesia consigue 'cruces' en su casilla no vendiendo espiritualidad, sino solidaridad. La gente quiere una Iglesia más samaritana y menos doctrinaria. Y la solidaridad, en tiempo de crisis, siempre paga.

En cualquier caso, mucha gente marca la casilla de la Iglesia por sus obras de caridad. Y eso es un honor, porque, en la caridad está la verdad y el máximo distintivo de los creyentes.

Ante tan buenos resultados lo que cabría esperar es agradecimiento y humildad. Pero lo que hizo Camino fue aprovechar la contingencia para reivindicarse públicamente contra los "medios y los ambientes". Al portavoz le puede la arrogancia. Y, como siempre, su afán apologeta lo traiciona. Y exagera tanto las afirmaciones, tira tanto del argumento pro domo sua, que lo convierte en falso.

Por ejemplo, dice Camino que los resultados de la casilla demuestran "que la percepción de la Iglesia es positiva", en contra de lo que dicen todas las encuestas de confianza social, que colocan a la institución en los últimos lugares. Y, para appoyar su tesis, Camino descalifica a las encuestas, que "son sólo encuestas". ¿Es que no sale a la calle? Negar, a estas alturas, el descrédito y la mala imagen eclesial es vivir fuera de la realidad. En una burbuja.

Y, a renglón seguido, descalifica a sindicatos y partidos políticos. Porque la Iglesia es la única institución que se somete a un referéndum anual y sus ingresos dependen de los que marquen su casilla, cosa que no ocurre con sindicatos y partidos, que viven directamente del erario público. Y es verdad, pero el secretario exagera tanto que no sólo minusvalora a sindicatos y partidos (órganos impresncindibles de una democracia real y asentada), sino que, además, asegura, tajante, que "la Iglesia no recibe nada del Estado", porque su partida no figura en los Presupuestos generales del Estado.

Hoy, El País, demuestra todo lo contrario. Y deja a Camino en evidencia.

¡Con lo fácil que hubiera sido presentar los magníficos datos, alegrarse por ellos pero sin echar las campanas al vuelo, sin creerse superiores a nadie, sin hacer de menos a nadie, con humildad, con respeto! Lo contrario, lo que hace Camino, sólo es siembra de "enemigos". Adversarios de la Iglesia, que no suyos. Y lleva ya tantos que, según dicen, su única salida (cuando deje la secretaría general de la CEE) es Roma. En España, no hay diócesis que le quiera. Pues, tampoco es para eso. Sólo se pasa de chulo. Por lo demás, es mus listo y amigo de sus amigos.

José Manuel Vidal
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