"Perdidos en la frontera de nuestros banquetes sin corazón" "Varemos la patera en la justicia: ¡Nombres!"

"Perdidos en la frontera de nuestros banquetes sin corazón, a la deriva durante una eternidad, olvidados en una soledad sin confines, prisioneros del agua y de la sed, tres jóvenes africanos encontraron en aquel infierno el alivio de la muerte, y treinta y cuatro volvieron a nacer cuando fueron rescatados. Era el año 2010"

"Sobre aquella patera han pasado quince años, y todavía no ha sido varada en nada que asemeje a la justicia, todavía continúa a la deriva, empujada por Gobiernos y mafias, todavía es un espacio donde lucha, agoniza y muere la humanidad crucificada, el cuerpo de Dios. Recuerdo hoy lo que escribí entonces"

"Desde 2010, al menos 23.972 inmigrantes han muerto o desaparecido en las rutas hacia la frontera sur de España, según la organización Caminando Fronteras, con la mayoría de los fallecimientos registrados en la ruta atlántica hacia Canarias"

Era el año 2010. Sobre aquella patera han pasado quince años, y todavía no ha sido varada en nada que asemeje a la justicia, todavía continúa a la deriva, empujada por Gobiernos y mafias, todavía es un espacio donde lucha, agoniza y muere la humanidad crucificada, el cuerpo de Dios. Recuerdo hoy lo que escribí entonces:

«Más que una patera era un calvario, con treinta y siete misterios de dolor evitable.

Fueron noticia de páginas interiores: tres muertos, treinta y cuatro supervivientes.

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En un mundo ávido de distracción sin preocupación, importan muy poco, puede que nada, unos inmigrantes muertos en la ruta que va del África empobrecida a una Europa imaginada y seductora.

Perdidos en la frontera de nuestros banquetes sin corazón, a la deriva durante una eternidad, olvidados en una soledad sin confines, prisioneros del agua y de la sed, tres jóvenes africanos encontraron en aquel infierno el alivio de la muerte, y treinta y cuatro volvieron a nacer cuando fueron rescatados.

Foto: Foto: EFE

Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba espléndidamente cada día. Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que tiraban de la mesa del rico”.  Había –dice Jesús- un rico sin nombre, y un mendigo que Dios conocía por el nombre de Lázaro.

¡Nombres! Necesitamos llamar por su nombre a los que murieron en aquella patera y, si ello fuere posible, devolverles, con el nombre, la dignidad de una historia personal, soslayada a nuestra conciencia con el anonimato de los números: Blaise, Peter, Freddy.

Mientras los muertos sean enterrados en un adjetivo numeral, no sentiremos la necesidad ni la urgencia de comprometer la vida en la lucha contra la muerte.

Aquella mísera patera, en la que agonizaron y murieron Blaise, Peter y Freddy, es alegoría hiriente de aquella otra, grande como un hemisferio, en la que, a millones, agonizan y mueren cada día los lázaros de nuestro portal: hombres, mujeres y niños, nombres y nombres y nombres, historias, pasiones y angustias, que nosotros reducimos a números cardinales, a guarismos fríamente ajenos a la vida e indiferentes al sufrimiento, pero que, para Dios y para la fe, son hombres, mujeres y niños que se llaman siempre Jesús.

En el día de la verdad, no nos juzgará nuestro Dios por haber cuestionado su existencia o haber ignorado sus derechos de Creador y Señor; “iremos al destierro”, al lugar de los malditos, por haber cerrado los ojos para no ver al necesitado, por haber retirado la mano que había de dar pan al hambriento, por haber renunciado a romper cadenas de esclavizados y oprimidos; en aquel día “encabezaremos la cuerda de cautivos” quienes hemos colaborado en hacer de la tierra una inmensa patera.

La palabra de Dios nos urge, la comunión con Cristo nos apremia: varemos en la justicia y la solidaridad tanto misterio de dolor evitable

Hoy intentaré no pronunciar tu nombre, Jesús, tu dulce nombre, y recordaré el nombre de cada víctima de nuestra arrogancia, de casa Lázaro olvidado a la puerta de nuestro bienestar… hoy te llamaré Blaise, Peter y Freddy…

Desde 2010, al menos 23.972 inmigrantes -hombres, mujeres y niños- han muerto o desaparecido en las rutas hacia la frontera sur de España: «Varemos la patera en la justicia

Imagen cedida por la Policía Nacional de una patera que arribó a la playa de El Confital, en Gran Canaria, en 2013

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