Una mujer que interpela Blanca Rengifo

Blanca Rengifo
Blanca Rengifo

La vida de Blanca no se contentaba con el silencio de la oración, sino que tenía la mirada siempre atenta a los dolores del pueblo. La coherencia que mantuvo siempre señala que serían estos primeros encuentros con la realidad sufriente los que dotarían su seguimiento a Jesús de sus rasgos fundamentales

Un día Blanca vio cadáveres flotando en el río Mapocho. Nadie sabe cuántos, pero junto a la hermana Odile, pasó los meses siguientes al Golpe de 1973 sepultando muertos sin nombre

Blanca Rengifo nació en 1923 y creció en medio de los efectos en Chile de una de las más profundas crisis de la economía mundial. Su adolescencia tiene como telón de fondo la Guerra Civil española, la Segunda Guerra Mundial y los alzamientos de campesinos mapuches y trabajadores como el de Ranquil, donde fueron asesinados más de doscientas personas.

En 1942, el sacerdote jesuita, Alberto Hurtado publicó su ensayo ¿Es Chile un país católico?, en el cual cuestionaba la aplicación real de los valores religiosos en una sociedad donde miles de niños vivían en las calles de las ciudades. Todo esto impactó las opciones de Blanca, que ingresa a los 26 años a la Congregación del Amor Misericordioso.

Ya como joven religiosa se destacó tanto por su inquietud intelectual como por su espiritualidad. Estudiaba el Evangelio a fondo, iba al frente de todo, sencilla y exigente consigo misma. Pero la vida de Blanca no se contentaba con el silencio de la oración, sino que tenía la mirada siempre atenta a los dolores del pueblo. La coherencia que mantuvo siempre señala que serían estos primeros encuentros con la realidad sufriente los que dotarían su seguimiento a Jesús de sus rasgos fundamentales.

Los años cincuenta y sesenta la población crece con mayor rapidez y la injusticia y la desigualdad se hacen insostenibles. En amplios sectores de la Iglesia, se desarrolla una nueva conciencia: vivir la vida de los más pobres y excluidos y compartir su historia y su destino para luchar juntos por la liberación.

Protesta de Blanca

En 1972 Blanca Rengifo, junto a las religiosas, Odile Loubet y Elena Chain, se fuera a vivir a la Población El Montijo, en la zona norte de Santiago. Ahí participan en las Juntas de Vecinos, y cooperan trabajando en los llamados procesos de autoconstrucción de las viviendas de la Población. También formaron parte de las instancias poblacionales que colaboraban en la distribución de alimentos y otras que fomentaban la participación de mujeres y jóvenes. La casa que habitaban era una casa muy modesta y siempre estaba abierta a todos.

Tras el golpe de Estado y ante la barbarie y la represión, Blanca participó en el “Comité pro Paz”, y luego en la Vicaría de la Solidaridad. En 1980 funda el CODEPU (Comité de Defensa de los Derechos del Pueblo), a fin de dar asistencia y protección a quienes “en un momento determinado usaron las armas de acuerdo con el derecho legítimo de rebelión contra la opresión”. Cumpliendo labores en CODEPU, Blanca fue detenida y torturada cuando la represión allana un local de la institución. Pero Blanca siguió desarrollando una incansable labor, por la verdad, la justicia y el término de la dictadura.

Un día Blanca vio cadáveres flotando en el río Mapocho. Nadie sabe cuántos, pero junto a la hermana Odile, pasó los meses siguientes al Golpe de 1973 sepultando muertos sin nombre.

Las religiosas recorrían de noche la rivera del rio a la altura de El Montijo y cavaban hasta la madrugada. Nadie se atrevía a ayudarlas. Los militares traían a los presos en camiones. Los soltaban, los hacían correr y les disparaban por la espalda. Los cuerpos quedaban ahí y los perros empezaban a despedazar.

“Las monjas cavaban fosas lo mejor que podían. Me acuerdo que una vez una persona le avisó a Blanca que se les había quedado una mano afuera. Era terrible… Años después cambiaron el curso del río y esos cuerpos desaparecieron”, relata una vecina del sector.”.

“En los torturados, en los presos políticos, en los militantes ella vio el rostro de Dios, la resistencia de Dios”, cuenta el abogado Fernando Zegers.

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Blanca Rengifo fue todo eso y más: Fue religiosa y trabajó con el padre Hurtado, fue superiora del Hogar de Cristo y miembro del Comité Central del MIR, estuvo en huelgas de hambre, marchas y barricadas. Y cuando murió y los datos de su vida se empezaron a cruzar, muchos tuvieron que preguntarse quién era realmente.

Un cáncer al útero acabó con su vida el 11 de mayo de 1988. La enfermedad había avanzado rápido. La quimioterapia no resultó. Lo único que pudieron hacer los médicos fue cortarle unos nervios para que no sintiera dolor.

En una de sus últimas conversaciones confesó: “Voy a morir y quisiera que mi muerte fuera un grito de rebeldía como la de tantos compañeros asesinados estos años…” Rojas cuenta que entonces Blanca se acordó de sus amigos José Carrasco y José Manuel Parada, los miró con sus profundos ojos azules, y dijo: “quisiera que supieran que estos últimos 15 años, a pesar del dolor, para mí han sido los más felices de mi vida”.

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