La dignidad en medio de la pobreza Claudio Lepratti, el "Ángel de la bicicleta"

Claudio Lepratti, el "Ángel de la bicicleta"
Claudio Lepratti, el "Ángel de la bicicleta"

Por sus inquietudes religiosas y su vocación de servicio, en 1986 ingresó al Seminario de los Salesianos de la localidad de Funes cerca de Rosario buscando ser “hermano coadjutor”. Allí se formó, pero cinco años después abandonó el Seminario no sin antes hacer un “voto de pobreza”

Cada día recorría en bicicleta el trayecto desde Ludueña hasta Las Flores por la avenida de Circunvalación. Una vez le preguntaron por qué no se compraba un auto o una moto. “No quieras cambiarme la política”, respondió. El Pocho se autodefinía como un “cristiano revolucionario”. Hablaba poco pero cuando lo hacía era preciso. En una ocasión dijo: “El trabajo nos hace ascender como personas, mientras que la falta de trabajo nos incita a la violencia, a la droga, a la delincuencia”

Claudio Lepratti, más conocido como “Pocho”, era el mayor de seis hermanos. Había nacido en Concepción del Uruguay en 1966, pero decidió vivir en el barrio Ludueña donde durante años coordinó Talleres para niños y adolescentes y daba clases de teología en la escuela del padre Edgardo Montaldo. Según Edgardo: “La figura de Pocho es la de aquel que se entregó a la causa de los demás, se entregó a los adolescentes de Ludueña, los convocó a campamentos, les enseñó a tocar la guitarra, los instó a estudiar, a ser solidarios, a vivir con dignidad a pesar de la pobreza, a no bajar nunca los brazos”.

Pero la historia de Claudio comienza mucho antes y, en sus 35 años de vida, estuvo llena de acciones liberadoras y relaciones entrañables.

Por sus inquietudes religiosas y su vocación de servicio, en 1986 ingresó al Seminario de los Salesianos de la localidad de Funes cerca de Rosario buscando ser “hermano coadjutor”. Allí se formó, pero cinco años después abandonó el Seminario no sin antes hacer un “voto de pobreza”.

En 1992 fue cuando se traslada al barrio de Ludeña y se dedica a conocer la realidad y a trabajar con organizaciones de base. Comienza a ayudar a los adolescentes humildes del barrio mientras participaba y promovía la formación de niños y jóvenes de barriadas en una Agrupación que bautizaron como: “La Vagancia”.

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En esos años, creó y redactó una revista llamada “El Ángel de la Lata” mientras que coordinaba las labores de diversas Comunidades Eclesiales como el grupo “Desde el Pie”. Su incesante actividad incluía su cooperación con la Asociación Trabajadores del Estado de Rosario (ATE) y la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA).

Al tiempo Claudio militaba en la “Cocina Centralizada” de la ciudad de Rosario donde participó de la Carpa como uno de tantos trabajadores despedidos por sus actividades sindicales.

A partir de 1996 pasó a desempeñarse como “personal no docente” de Comedores Escolares en la Escuela 756 del barrio Las Flores, hasta el día en que lo asesinaron.

Cada día recorría en bicicleta el trayecto desde Ludueña hasta Las Flores por la avenida de Circunvalación. Una vez le preguntaron por qué no se compraba un auto o una moto. “No quieras cambiarme la política”, respondió. El Pocho se autodefinía como un “cristiano revolucionario”. Hablaba poco pero cuando lo hacía era preciso. En una ocasión dijo: “El trabajo nos hace ascender como personas, mientras que la falta de trabajo nos incita a la violencia, a la droga, a la delincuencia”.

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Un año antes de ser asesinado, viajó a Brasil para participar de un Encuentro del CESEEP (Centro de Servicios de Evangelización y Educación Popular), en el que se encontró con algunas de importantes experiencias de organización y lucha popular de América Latina, por ejemplo, las desarrolladas por las Comunidades Eclesiales de Base de Brasil, el Movimiento de los Sin Tierra, el Zapatismo de Chiapas en el sur de México, el Centro Memorial Martín L. King de Cuba y un centenar de militantes de base de otros países latinoamericanos.

Durante el mes de diciembre de 2001, policías venidos desde la ciudad de Arroyo Seco, acechaban el Centro donde trabajaba Claudio con la intención de detener a las personas que se encontraban en el lugar.

El 19 de diciembre, el Comedor estaba repleto de menores de edad comiendo. Los policías comenzaron a disparar hacia el interior. El Pocho se subió al techo del Comedor para defender que en el interior solo había niños y gritó a los policías: “¡Hijos de puta, bajen las armas que aquí solo hay pibes comiendo!”.

Tras ese grito, uno de los uniformados apuntó con una escopeta y Claudio murió al instante.

Desde ese día, las villas miseria de Rosario encontraron un claro referente humanizador inspirado en la fe cristiana cuyas horas de continuo trabajo se comparaban a las de las hormigas, a las que él mismo admiraba por su enorme capacidad y esfuerzo. Por ello, hoy pueden verse diversos graffitis que recuerdan la figura de una persona marcada por la solidaridad y la lucha por la desigualdad.

Para recordar la vida de Claudio Lepratti, León Gieco compuso la canción: “El ángel de la bicicleta”:

“Cambiamos ojos por cielo / sus palabras tan dulces, tan claras / cambiamos por truenos. Sacamos cuerpo, pusimos alas / y ahora vemos una bicicleta alada que viaja / por las esquinas del barrio, por calles / por las paredes de baños y cárceles /

¡Bajen las armas/que aquí solo hay pibes comiendo! /

Cambiamos fe por lágrimas / con qué libro se educó esta bestia / con saña y sin alma / Dejamos ir a un ángel / y nos queda esta mierda / que nos mata sin importarle / de dónde venimos, qué hacemos, qué pensamos / si somos obreros, curas o médicos /

¡Bajen las armas/que aquí solo hay pibes comiendo! /

Cambiamos buenas por malas / y al ángel de la bicicleta lo hicimos de lata / Felicidad por llanto / ni la vida ni la muerte se rinden / con sus cunas y sus cruces /

Voy a cubrir tu lucha más que con flores / Voy a cuidar de tu bondad más que con plegarias /

¡Bajen las armas/que aquí solo hay pibes comiendo! /

Cambiamos ojos por cielo / sus palabras tan dulces, tan claras / cambiamos por truenos /

Sacamos cuerpo, pusimos alas / y ahora vemos una bicicleta alada que viaja / por las esquinas del barrio, por calles / por las paredes de baños y cárceles /

¡Bajen las armas/que aquí solo hay pibes comiendo!”

https://youtu.be/XKcXwEAHkWM

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