Mujer del Pueblo Elba Bravo Rojas, al servicio de la dignidad de las mujeres

Cuando tenía 20 años viajó rumbo a la capital para trabajar como dama de compañía de una tía del sacerdote Alfonso Baeza. Luego de esa experiencia continuó durante toda su vida desempeñándose como trabajadora de casa particular en Santiago y como dirigenta sindical del gremio al cual pertenecía.

Para lograr mejorar las condiciones laborales de las trabajadoras de casa particular, Elba Bravo utilizó distintos mecanismos. El principal de ellos fue su participación en la creación y organización gremial. Desde ese rol trabajó por lograr la unión y la organización entre las trabajadoras de casa particular.

Su legado pervive también en las historias de vida de quienes compartieron con ella en la ANECAP, que todavía mantiene los objetivos desde su fundación. Fruto de toda esa labor de años, las trabajadoras reconocen que su situación es mejor que en el pasado, ya que no se sienten tan discriminadas, ni son consideradas trabajadoras de segunda categoría, como antes sí lo sentían.

La vida de Elba Bravo Rojas no ha quedado registrada en los archivos históricos tradicionales de Chile, a pesar de la gran importancia de su labor a favor de uno de los ámbitos del trabajo donde más se requiere avanzar en el reconocimiento de sus derechos hasta el día de hoy: las trabajadoras de casa particular.

Elba Bravo nació el 25 de septiembre de 1928 en Mataquito. Sus padres fueron inquilinos en distintos fundos del sur del país. Las familias para quienes trabajaron se encargaron de darles a los hijos del matrimonio una educación religiosa, que Elba Bravo mantuvo durante su vida.

Cuando tenía 20 años viajó rumbo a la capital para trabajar como dama de compañía de una tía del sacerdote Alfonso Baeza. Luego de esa experiencia continuó durante toda su vida desempeñándose como trabajadora de casa particular en Santiago y como dirigenta sindical del gremio al cual pertenecía.

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Entre 1948 y 1953, junto al sacerdote Bernadino Piñera y otras mujeres, fundó la Asociación Nacional de Empleadas de Casa Particular (ANECAP), agrupación de la cual llegó a ser su presidenta.

Mientras Elba Bravo se desempeñaba como trabajadora de casa particular en el barrio alto de Santiago, se mantuvo ligada a la Iglesia Católica, a través de su participación en la parroquia “San Ignacio” de Estación Central.  

Para lograr mejorar las condiciones laborales de las trabajadoras de casa particular, Elba Bravo utilizó distintos mecanismos. El principal de ellos fue su participación en la creación y organización gremial. Desde ese rol trabajó por lograr la unión y la organización entre las trabajadoras de casa particular.

Lo más importante fue la labor de compañía, apoyo directo y los consejos que les brindó a todas sus compañeras, sobre todo a aquellas que se sentían discriminadas por sus trabajos. Así también, llevó a cabo instancias de promoción y educación a través de distintas actividades, como charlas y talleres donde enseñaba cuáles eran y cuáles debían ser sus derechos laborales.

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El trabajo y la dedicación de Elba Bravo por la causa de las trabajadoras de casa particular no sólo se materializó en la ley. Además, caló profundo en la vida de muchas mujeres. El espacio que posibilitó Elba Bravo les permitió a las trabajadoras no sentirse solas, conversar con compañeras sobre sus vivencias laborales, intercambiar opiniones con ellas y exigir sus derechos.

Por esto, su legado pervive también en las historias de vida de quienes compartieron con ella en la ANECAP, que todavía mantiene los objetivos desde su fundación. Fruto de toda esa labor de años, las trabajadoras reconocen que su situación es mejor que en el pasado, ya que no se sienten tan discriminadas, ni son consideradas trabajadoras de segunda categoría, como antes sí lo sentían.

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El gremio ha tenido triunfos concretos, como el pago de sus imposiciones y el reconocimiento de los derechos al pre y post natal. Y recientemente, se promulgó la ley que fija en no más de 8 horas diarias la jornada de trabajo. Del mismo modo, han perseguido que el país ratifique el convenio 189 de la OIT sobre los trabajadores y las trabajadoras domésticas.

Elba Bravo murió en comuna popular de Puente Alto, el 5 de agosto del año 2013 dejando un gran legado en la defensoría de los derechos de las trabajadoras de casa particular.

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