Un santo cura obrero José Aldunate, el "Matusalen" del Evangelio hecho historia

José Aldunate, el "Matusalen" del Evangelio hecho historia
José Aldunate, el "Matusalen" del Evangelio hecho historia

Teniendo un futuro prometedor dentro de la Compañía de Jesús y en la Iglesia por su condición de académico, director de la revista Mensaje, etc. José Aldunate decide optar por convertirse en un cura obrero como una forma de inserción en la realidad de la clase trabajadora y de los pobladores.

"Puso la Biblia en las manos del pueblo. Gente que apenas sabía leer y escribir, con la Palabra en sus manos, supo que era digna, que Dios deplora la opresión y que sostiene la lucha por la justicia… José Aldunate pasó horas conversando de Dios con personas humildes, con obreros y religiosas comprometidas; maduró sus opiniones y las puso por escrito. Nos enseñó a descubrir a Cristo crucificado en la dignidad trascendente de cualquier ser humano”.

Seguramente Pepe Aldunate, al igual que Pedro Casaldáliga, hubiera deseado correr la misma suerte que muchos y muchas de sus hermanos y compañeros con el martirio, pero el Dios de los pobres le dio a él una lección de humildad y a nosotros la bendición de tenerlo como ejemplo de fe y de vida presente durante muchos años.

“Quisiera morir como pobre, así como he tratado de vivir sin lograrlo de veras. No en una clínica sino donde le pueda tocar a un pobre: en la calle, en un hospital público en el Hogar de Cristo o simplemente en casa, sin mayores gastos, donde mueren tantos pobres”

José Aldunate Lyon nació en Santiago de Chile el 5 de junio de 1917. Pertenecía a una familia de la alta sociedad y entre 1928 y 1930 residió y estudió en Inglaterra. De vuelta a Chile, en 1933 entra en el noviciado de los jesuitas en la ciudad de Chillán.

Luego de pasar por diversas comunidades, en 1946 se ordena como presbítero en Buenos Aires y se traslada a Europa para estudiar teología moral en la Universidad de Lovaina. Ahí se especializa en la moral social y economía.

En 1950 regresa de nuevo a Chile conoce y colabora con Alberto Hurtado en la Acción Sindical Chilena. Con los estudios, la experiencia concreta y la relación con Alberto Hurtado, va descubriendo la necesidad de luchar por la justicia social y defender a los trabajadores.

Teniendo un futuro prometedor dentro de la Compañía de Jesús y en la Iglesia por su condición de académico, director de la revista Mensaje, etc. José Aldunate decide optar por convertirse en un cura obrero como una forma de inserción en la realidad de la clase trabajadora y de los pobladores. En esos más de cinco años pudo combinar su trabajo como obrero con el estudio y la docencia.

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Para entonces, José Aldunate Lyon ya era conocido como el padre “Pepe Aldunate”. Relató en sus memorias acerca de su opción por ser cura obrero que: “El llamado era a comprometerme solidariamente con la situación del pobre y explotado. Y esto definitivamente mientras hubiera pobres en Chile. Y no un compromiso desde afuera sino uno que partiera de cierta identificación con el pobre, asumiendo su vida, sus intereses, su visión del mundo. Era un llamado a una conversión existencial. Y a ese llamado dije sí”

En 1973, trabajando como ayudante de carpintería en Concepción, pasó el Golpe de Estado cívico-militar. Los militares allanaron su casa llevándose libros y revistas y deteniendo a muchos compañeros. Se ve obligado a irse a Santiago donde convive con otros curas obreros en la Villa México.

En ese tiempo, Pepe Aldunate lucha contra el régimen establecido a sangre y fuego y se afianza su convicción sobre la necesidad de un cambio en la sociedad, pero también en la Iglesia. Con sus reflexiones y escritos es considerado como un teólogo de la liberación por lo que es considerado como una amenaza y un peligro para los militares y para el sector más conservador de la Iglesia.

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En los años que duró la dictadura, comprometió y arriesgó su vida en la defensa de los Derechos Humanos y la justicia social partiendo por la conformación del Equipo Misión Obrera. Este grupo estaba formado por curas obreros que participaban activamente en el Movimiento de la Teología de la Liberación. Según Jorge Costadoat: “Esta teología reconoció en los pobres y perseguidos un protagonismo que no habían tenido. Puso la Biblia en las manos del pueblo. Gente que apenas sabía leer y escribir, con la Palabra en sus manos, supo que era digna, que Dios deplora la opresión y que sostiene la lucha por la justicia… José Aldunate pasó horas conversando de Dios con personas humildes, con obreros y religiosas comprometidas; maduró sus opiniones y las puso por escrito. Nos enseñó a descubrir a Cristo crucificado en la dignidad trascendente de cualquier ser humano”.

El abogado Boris Hau relata que: “Ante el dolor que se vivía en las calles chilenas, José Aldunate empezó a escribir en una revista clandestina que denominó “No Podemos Callar”. En esta publicación entregó sus opiniones, compartía noticias que le dictadura silenciaba. En los años ochenta siguió publicando en una nueva revista “Policarpo”, sus reflexiones sobre lo que veía, escuchaba de la gente que lo rodeaba, se daba a conocer lo que los organismos de Derechos Humanos denunciaban. Pero ante la tortura, ante la represión de la dictadura el cura José Aldunate dio el paso de la reflexión a la acción, por lo que salió a las calles de una manera pacífica, el cura obrero, junto a otras personas denunció en forma pública a la dictadura en el “Movimiento contra la Tortura Sebastián Acevedo”.

La consigna del Movimiento impulsado por él era: “Sin ofender, sin armas, simplemente proclamando o denunciando, nos dirigimos a las conciencias”.

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Seguramente Pepe Aldunate, al igual que Pedro Casaldáliga, hubiera deseado correr la misma suerte que muchos y muchas de sus hermanos y compañeros con el martirio, pero el Dios de los pobres le dio a él una lección de humildad y a nosotros la bendición de tenerlo como ejemplo de fe y de vida presente durante muchos años.

Luego de una larga vida, el 28 de septiembre a los 102 años, Pepe Aldunate partió. Y lo hizo como había escrito años antes en sus memorias: “Quisiera morir como pobre, así como he tratado de vivir sin lograrlo de veras. No en una clínica sino donde le pueda tocar a un pobre: en la calle, en un hospital público en el Hogar de Cristo o simplemente en casa, sin mayores gastos, donde mueren tantos pobres”

Su amigo y compañero Mariano Puga contó en su velatorio que, en una ocasión le preguntaron a Pepe qué epitafio desearía que pusieran en su tumba y él respondió:

“Hizo lo que pudo, le fue más o menos. Que descanse en paz”.

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