Religiosa Paraguaya María Correa, defensora de los indígenas y profeta de la denuncia

María Correa, defensora de los indígenas y profeta de la denuncia
María Correa, defensora de los indígenas y profeta de la denuncia

Al referirse a los Mby'a, con quienes trabajó por muchos años, escribió que: "A los indígenas no necesito hablarles de Dios, ellos me hablan de El... Aprendimos de la cultura Mby'a su relación reverente con el Padre Creador, su solidaridad y su respeto por la naturaleza”.

Realizó los primeros contactos con los indígenas Mbya- Guaraní, como ella misma decía porque: "descubrió a los más pobres entre los más pobres" y así hizo opción preferencial por ellos.

Caminaba hasta 60 kilómetros, cruzando esteros, arroyos profundos y selvas cerradas para estar junto a las comunidades indígenas. Mantenía un diálogo respetuoso con el ellos: "Ahora sé por experiencia, decía, que la evangelización es recíproca y que nosotras no somos las salvadoras".

María Correa, nació el 19 de septiembre de 1940. Era una religiosa paraguaya de las Franciscanas Misioneras de María. Fue defensora de los indígenas Mby'a y profeta de la denuncia en su tierra paraguaya.

Acompañaba a los Mbyá-Guaraní, en la defensa de sus tierras y cultura. Los Mbyá-Guaraní son una etnia de los diversos Guaraní, y están dispersos por Paraguay, Argentina y varios Estados del Brasil.

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Al referirse a los Mby'a, con quienes trabajó por muchos años, escribió que:"A los indígenas no necesito hablarles de Dios, ellos me hablan de El... Aprendimos de la cultura Mby'a su relación reverente con el Padre Creador, su solidaridad y su respeto por la naturaleza”.

María Correa pertenecía a la Pastoral indígena, en el departamento de Caazapá, distrito de Tavaí, desde el año 1985, hasta el día de su muerte. Realizó los primeros contactos con los indígenas Mbya- Guaraní, como ella misma decía porque: "descubrió a los más pobres entre los más pobres" y así hizo opción preferencial por ellos.

Su labor era la de dedicarse plenamente al servicio de las personas sobre todo en temas de salud, pequeña agricultura y educación.

Los que la conocieron de cerca señalan que María era de fe profunda, sincera, transparente y firme en sus convicciones, aunque respetuosa del otro, del diferente. En el trabajo pastoral se acercaba siempre a los marginados.

María fue, ante todo, una mujer de opciones radicales, de entrega sin reservas, infatigable en su lucha para que los indígenas recuperen un pedazo de sus antiguos territorios. Trataba de fortalecer las comunidades para mejorar su calidad de vida, denunciaba el acoso de las empresas madereras que talan los bosques.

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Para eso se hacía asesorar por profesionales, asistía a reuniones zonales, regionales, nacionales. Caminaba hasta 60 kilómetros, cruzando esteros, arroyos profundos y selvas cerradas para estar junto a las comunidades indígenas. Mantenía un diálogo respetuoso con el ellos: "Ahora sé por experiencia, decía, que la evangelización es recíproca y que nosotras no somos las salvadoras".

Murió en Asunción, donde realizaba gestiones para las comunidades Mbyá, el 30 de mayo de 1994, atropellada por un ómnibus en la vía pública. Ella sigue viviendo en la selva que amaba y en el corazón de cada indígena.

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