Mujer, maestra, y mártir María Gómez, educadora de la Paz y la Justicia en Colombia

María Gómez, educadora de la Paz y la Justicia en Colombia
María Gómez, educadora de la Paz y la Justicia en Colombia

El pueblo de Simití sufrió por más de treinta años el conflicto armado entre los paramilitares y las guerrillas. Esta guerra tuvo efectos nefastos: obligó a la mayoría de sus habitantes a abandonar la región, sus mujeres fueron violentadas; niños y jóvenes fueron alistados en grupos armados ilegales y dejó sumido al pueblo en la pobreza.

"María fue en su vida como la persona de Jesús presente en nuestro pueblo, acogiendo a los niños, escuchando a los jóvenes, atendiendo a los necesitados del pueblo... ¿De dónde sacaba María tanta energía? Su fuerza extraordinaria era la fe que tenía en el Dios bíblico, en ese Dios que exige justicia, verdad y compartir... No se dejaba amedrentar por quienes desvirtuaban su trabajo con amenazas, con anónimos y chantajes. Frente a todo esto María permanecía firme, segura que actuaba conforme al Espíritu de Jesús."

Como tantos miembros sencillos de la Iglesia, sobre todo mujeres, que dieron un testimonio de vida con la propia vida, María fue relegada al olvido oficial. Por eso Hoy hay tan pocas referencias escritas de ella. Es el destino de muchos santos y santas del Pueblo; permanecer en sus corazones y seguir alimentando la esperanza en el cada día.

María Gómez fue una mujer madre de tres hijos que ejercía como maestra y como catequista de la Iglesia Católica en Simití, ciudad que se ubica al sur del Departamento de Bolívar en Colombia.

El pueblo de Simití sufrió por más de treinta años el conflicto armado entre los paramilitares y las guerrillas. Esta guerra tuvo efectos nefastos: obligó a la mayoría de sus habitantes a abandonar la región, sus mujeres fueron violentadas; niños y jóvenes fueron alistados en grupos armados ilegales y dejó sumido al pueblo en la pobreza.

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María Gómez denunciaba estas situaciones como miembro del Equipo Pastoral de la diócesis, como educadora siendo directora de la Escuela Urbana Mixta n° 1 que hoy lleva su nombre y también como fundadora junto al padre Clemente Berel del Centro Cultural CLEBER.

Aquellas personas que trabajaron junto a ella afirman que: "María fue en su vida como la persona de Jesús presente en nuestro pueblo, acogiendo a los niños, escuchando a los jóvenes, atendiendo a los necesitados del pueblo... ¿De dónde sacaba María tanta energía? Su fuerza extraordinaria era la fe que tenía en el Dios bíblico, en ese Dios que exige justicia, verdad y compartir... No se dejaba amedrentar por quienes desvirtuaban su trabajo con amenazas, con anónimos y chantajes. Frente a todo esto María permanecía firme, segura que actuaba conforme al Espíritu de Jesús."

Después de haber tomado una bebida se sintió mal. Fue llevada de inmediato a Barrancabermeja donde fallece en el hospital. La hipótesis de asesinato se basa en las continuas amenazas de muerte que había recibido y a la demora de los médicos en entregar el informe de la autopsia.

Algunas de las amenazas confirman su forma de muerte. En varios mensajes anónimos se podían leer cosas como esta: "El pueblo te necesita, pero nosotros, no. La víctima tiene que morir, pues no se puede permitir el despertar de un pueblo sin sus notables consecuencias... Maldita mujer que mueve las entrañas de la gente... Le debe ser delicioso probar un bocado y destrozarla hasta que muera en sus propias manos... Se ha metido en el corazón de los simiteños y ha puesto a caminar a más de la mitad de los maestros embolatando en la misma forma que el cura..."

CAMINANDO CON LA BIBLIA

En 1989 con apenas 47 años, María había muerto. Muchos simiteños y vecinos de otros lugares se dieron cita para despedir a quien creyó en la libertad de los hijos e hijas de Dios y encarnó el Evangelio de la liberación.

Como tantos miembros sencillos de la Iglesia, sobre todo mujeres, que dieron un testimonio de vida con la propia vida, María fue relegada al olvido oficial. Por eso Hoy hay tan pocas referencias escritas de ella. Es el destino de muchos santos y santas del Pueblo; permanecer en sus corazones y seguir alimentando la esperanza en el cada día.

GENTES

En 2017 se hizo pública la llamada: “Petición de Perdón de miembros de la Iglesia Católica Colombiana a las víctimas y a Dios” en la que, entre otras cosas, señalaban: “Con el deseo, pues, de honrar la memoria de tantos cristianos anónimos que dieron testimonio del Evangelio en medio de nuestras más atroces violencias e impulsados por el ejemplo y la invitación de los últimos Papas, quienes han reconocido con sinceridad la participación de la Iglesia en muchos procesos de violencia y han pedido perdón por ello, también nosotros queremos hacer un reconocimiento público de la participación de nuestra Iglesia colombiana, a través de complicidades, silencios y actuaciones representativas, en el proceso de violencia que ha destruido tantos miles de millares de vidas de compatriotas nuestros y ha contemporizado con formas denigrantes de opresión y de injusticia que han sumergido en la miseria y el sufrimiento a muchos millones de colombianos”.

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