ACEPTARSE

Enfermos y Debilidad

Aceptarse en la enfermedad

            Es bueno luchar, sobreponerse, esforzarse por llevar una vida útil hasta el último momento, "morir con la botas puestas", como dice el refrán. Pero hasta cierto límite. Hace unos días un hombre ya anciano y muy enfermo viajaba solo por esos mundos de Dios. Tuvo la suerte de ser atendido por un viandante caritativo, cuando sufrió una lipotimia. Una vez en la residencia de ancianos le decía un compañero: "Alfredo, tienes que aceptar tu nuevo estado de vida; ya no tienes cuarenta años y has de moderar la tendencia a una actividad constante. Es necesario ser realista y contar con las propias fuerzas, sin pretender "hacer valentías"".

Saber aceptarse

            Pedro López de Z. escribía en su diario: "No sé cuándo ni cómo saldré del bache en que he caído. Me estoy reponiendo poco a poco, aunque ignoro incluso si llegaré a convalecer de esta tremenda operación que he sufrido. Algunos me dicen que debo aceptarme en esta situación, pero sería para mí un peso tremendo acomodarme a esta  pobreza y debilidad".  Pedro se resistía a asumir su nueva condición. Aborrecía incluirse en la lista de los enfermos crónicos o indefinidos. Pero a la vez estaba convencido de que los días de salud robusta habían pasado; sus energías quedaron menguadas en el último año. Había sido el eterno trabajador. Yo lo había conocido en sus mejores tiempos y le visité treinta años más tarde varias veces en su última enfermedad. En otra ocasión escribía Pedro esta nota: "Pido a Dios me ayude a hacer fructificar mis talentos hasta el fin. Y ahora mi trabajo es saber darme al Señor por entero en estos días difíciles; aceptarme en estas circunstancias".

            A quienes en su vida han sido útiles y han vivido con la ilusión de darse a los demás, alejados del propio egoísmo, les cuesta ir abandonando sus actividades altruistas o apostólicas. Es necesario aceptar la nueva situación y queda tiempo para dedicarse más a fondo a la contemplación. La misma naturaleza cuánto nos proporciona para admirar: el mar, las montañas, el viento, el sol, las estrellas, la luna, las fuentes y manantiales, el paisaje...  y por si todo esto fuera poco, la fe nos ofrece un gran número de verdades dignas de ser contempladas y admiradas. La meditación profunda en quietud, además de una actividad santa del hombre de fe sea cual sea su edad y sexo,  para el enfermo, el limitado o anciano es un gozo de espíritu, anticipo de cuanto nos ha de ofrecer el Señor dentro de poco tiempo. Aceparse no es solo resignarse; es vivir con gozo una nueva realidad de la vida con gran paz, gozo y esperanza. 

José María Lorenzo Amelibia Si quieres escribirme hazlo a: josemarilorenzo092@gmail.com Mi blog: https://www.religiondigital.org/secularizados-_mistica_y_obispos/

Puedes solicitar mi amistad en Facebook pidiendo mi nombre Josemari Lorenzo Amelibia Mi cuenta en Twitter: @JosemariLorenz2

Volver arriba