Ser adultos en la fe Adultos en la fe

Espiritualidad y Mística

Fe

Adultos en la fe

La edad adulta podemos decir que se da entre los 45 y 65 años. Se reduce la emotividad de la juventud. En esa edad somos capaces de recapitular nuestra vida: hemos comenzado la madurez personal; y el cristiano aprecia la libertad en Cristo y posee la base para ser receptor consciente de la gracia de Dios.

Asumimos la fe y compromisos iniciados en la niñez y juventud. Se van descubriendo los propios límites y errores; somos más realistas y con menos entusiasmos. Se miran las crisis con otra lucidez; también la fe ayuda a ello. Se aprecia y vive la fidelidad en el amor y el empeño en la esperanza. Se llega a entender que la vida es servicio, cruz y entrega.

El adulto en la fe siempre obra mirando a Dios:

El Absoluto

Dios es el único absoluto, el Absoluto. Su búsqueda da orientación a nuestra vida. Hemos de buscar las vías para llegar a Él. La muerte es el desmitificador del Universo y nos ayuda a dar sentido a nuestra vida por la fe. La vida es un contrasentido si se mira la muerte sin fe. Fe en el Absoluto. Riesgo de jugarse la vida entre el todo y la nada. La fe y mirada a Dios, al Absoluto, nos ayudan a arriesgarnos.

El hombre alejado siente en el alma la nostalgia de lo Absoluto; puede considerarse como gracia actual de Dios inmensa. En el creyente suele ser indicio de un avance espiritual, de fervor, de nueva conversión o de primera conversión. Se trata de una especie de instinto de lo divino. Científicamente no será una demostración de la existencia de Dios y de la vida eterna; psicológicamente, sí lo es. Cuando estamos envueltos en esta dulce nostalgia de Dios, vivimos momentos muy positivos de entrega.

José María Lorenzo Amelibia
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