BEATOJOSÉBENITODUSMET,CARDENALARZOBISPOBENEDICTINO

* Palermo 1818                   + Catania 4-4-1894                        Memoria, 25 Septiembre

Era José Benito de familia noble.  Dos tíos maternos pertenecían a la Orden de San Benito. Pronto quiso seguir el paso de sus tíos. Pero no le valió. Hubo de frecuentar en su juventud los salones de la nobleza; así quería su padre para cerciorarse si tenía verdeara vocación. Pronto se dio cuenta de que su vida era otra. A los quince años ingresa en el monasterio, y nos dicen que allí "jamás fue segundo en nada"; destacaba.

Pronto, después de su profesión benedictina, le dieron cargos de importancia: cantor, archivero, profesor de Filosofía. Sus alumnos estaban encantados. Sabía enseñar. También fue procurador de litigios y cánones.  En cuanto comenzó su ministerio admiraban su elocuencia.

            Pero se distinguió sobre todo por su amor al Oficio Divino. era el primero en acudir a coro, y allí aguardaba en actitud como de oración extática. No permitía las transgresiones a la disciplina, y sin embargo todos lo consideraban como persona de gran amabilidad y dulzura. Muchos seglares y sacerdotes acudían a él para pedirle consejo. Pero eran los pobres los más adictos y como la niña de sus ojos.

OBISPODECATANIA

A los cuarenta y ocho años fue preconizado obispo de Catania. Pronto escribió su primera carta pastoral. En ella decía: " ... Si no tuviera más que un panecillo lo compartiría con los pobres. La puerta de mi residencia estará abierta para todos, y de una manera especial para los que sufren... Mi bandera será la concordia... " Gozaba cuando se encontraba con cualquier necesitado. Promovió la vida parroquial con sus frecuentes visitas

Todo cuanto fuera vida pastoral le interesaba, creó varias instituciones para la educación de la juventud. Hizo construir un dormitorio para los pobres. También creó una obra para la asistencia de enfermos. Fomentó el culto a la Eucaristía con verdadera pasión, y el amor a la Virgen María.

            León XIII lo nombró Nuncio en España. Él se resistía, pero no le valió. Quería el Papa premiarle con el cardenalato, y así lo hizo. Para celebrarlo organizó una hermosa fiesta, pero solo espiritual, nada de humano, ni banquete. Dio a los pobres el equivalente a los gastos normales, pero con propina.

Pero su vigor físico fue decayendo. Y después de una breve enfermedad entregó su alma al Señor, el 4 de abril de 1894. Todo lo había dado a los pobres, hasta su pectoral y anillo. Su pueblo le lloró como a un padre bueno. Sus exequias parecían más una canonización.  Cuando caminaba en vida por las calles de Catania decía la gente: "He aquí un santo". Fue beatificado por Juan Pablo II en 1988.

 José María Lorenzo Amelibia

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