Calentar el alma día y día

Enfermos y Debilidad

 

Calentar el alma día y día

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 Nada ni nadie puede impedirte vivir una profunda interioridad espiritual en medio de tus dolores, de tu baja laboral, aun envuelto en problema todavía más duros. Jesús siempre está con el débil, con el enfermo, con el que sufre.

Vivir siempre orientado hacia el divino imán, Jesús en el Sagrario. Así lo hacía el beato don Manuel González y solía decir: “A este brasero hay que acercarse para tener calor”. ¿Te quejas de que no sientes nada en el trato con Dios? Acércate a Él con insistencia. Golpea la puerta del Sagrario como lo hacía San Alfonso María de Ligorio una y otra vez. Cuando entras a casa - felices los que tienen esta gran compañía - salúdalo siempre, y cuando vas a salir, despídelo. Si pasas delante de una iglesia abierta, no te resistas; entra unos breves momentos para decirle al Señor que caliente tu alma y la de quienes están medio olvidados de Él.

            Darse cuenta de la presencia de Jesús de todos los modos posibles: miradas llenas de amor hacia una iglesia cercana. Vivir y comportarse exactamente igual como si Jesús en figura humana estuviera junto a mí; porque lo está en la Eucaristía. Es el mismo que andaba por los campos de Palestina, en el taller de Nazaret; el que nació en Belén, murió y después resucitó. ¡Dios y hombre verdadero! Ser consciente de que lo tengo en mis manos en la consagración; lo miro cuando se alza sobre nuestras cabezas; lo acojo en forma de alimento cuando comulgo, lo mismo que los Apóstoles en la Última Cena. Lo adoro expuesto en la custodia, lo mismo que cuando estaba en la Cruz o subía a los Cielos.

 ¡Queremos verte siempre, Jesús, con los ojos de la fe! ¡Has de llenar nuestra vida, y arderemos de celo como verdaderos apóstoles tuyos! Actualizaremos de todas las formas posibles tu presencia: cuando nos alejamos de la iglesia después de comulgar, no perderemos el contacto contigo, Señor. Vamos a penetrar en el fondo de nuestro corazón; y allí te sentiremos, siempre estás unido al Padre y al Espíritu Santo.

 Todo esto con gran paz, sin violencia. Así se irán caldeando nuestras almas un día y otro; así iremos incendiando el mundo de amor. Porque no solo quienes predican el Evangelio en tierras lejanas incendian el mundo en el amor a Jesús. También los que sufren, los enfermos, los minusválidos y ancianos. Todos podemos echar una mano en el Reino de Dios. Hemos de superarnos y vivir con gran fe y amor.

Enfermos y Debilidad

José María Lorenzo Amelibia

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             Mi blog: https://www.religiondigital.org/secularizados-_mistica_y_obispos/

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