Capellanes de clínica

(Nius)

He estado unas horas con José Ignacio Martín Badules, sacerdote encargado por el Arzobispo de Pamplona para la atención a los enfermos; es un cura muy vocacionado para esta misión, con el título sonoro de “Delegado Episcopal de Pastoral Sanitaria”. Da gusto hablar con él, porque percibes a través de su palabra el amor a los que sufren, y su espíritu profundamente cristiano, lleno de celo por la evangelización. Junto a él trabajan fijos en el Hospital de Navarra otros dos compañeros presbíteros: José Antonio Vicente y Luis Alfonso de Blas. Los tres viven muy unidos en su misión. Por la noche les ayudan algunos estudiantes de la facultad de Derecho Canónico de la Universidad.

Nuestra conversación fue animada; el tema era evidente, el sufrimiento humano. “Procuramos – decía el señor Badules -, unidos a todos los demás sanitarios, el pronto restablecimiento de los enfermos, eso por supuesto. Para ello ha de asumirse la enfermedad y vivirla con la mayor dignidad posible. La dolencia no es tan sólo del cuerpo, afecta también al alma: y aquí está nuestro campo como sacerdotes que somos. A cuantos sufren les viene muy bien para su total recuperación el desahogo de sus problemas humanos, religiosos y morales.”

Los capellanes escuchan y alientan a todos; ofrecen el servicio religioso. “Muchos de nuestros enfermos reciben la comunión a diario” – dice nuestro amigo el Delegado Episcopal –; y vamos humanizando y dando sentido de trascendencia al dolor. Queremos llegar a la persona concreta. ¡Cuántos salen de aquí como nuevos en todos los aspectos!: se han curado, se han encontrado consigo mismos y con Dios.”

Me regaló un folleto que han ido preparando con ilusión en equipo. Allí leí unas cifras que me sorprendieron. La acción pastoral de nuestros curas se desenvuelve sobre todo en el Hospital Provincial y en la residencia Nuestra Señora del Camino. Entre los dos centros ingresan en un año para hospitalizarse alrededor de cuarenta mil pacientes; con una estancia media de nueve a once días. Se acerca a cinco mil el número de nacimientos, y el de defunciones, a mil cuatrocientas.

Tienen estos curas ayuda de los seminaristas y también de seglares y de antiguos capellanes ya jubilados, fieles a su vocación. Todos forman un grupo muy unido. Cuando una persona ingresa en el Centro Sanitario ve en su mesilla un folleto en que se le explica el modo de ponerse en contacto con los sacerdotes. De día y de noche, siempre hay alguno dispuesto para atender.

José María Lorenzo Amelibia

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