Asociación de Sacerdotes Casados de España,  ASCE Carta al papa que dio mucho que hablar

Informa ASCE

Crítica Constructiva

Carta al papa que dio mucho que hablar

Ignacio Puente dice: R.D. 23-1-22

ermita 7

Siquiera, una ermita

Soy muy consciente de lo difícil que es tomar una decisión en este sentido y creo que, como está haciendo usted en tantas cuestiones, el Espíritu está empujándonos a iniciar procesos. Aunque me encantaría que hoy mismo me dijera usted que como casado puedo seguir ejerciendo el ministerio, entiendo que se trataría de algo más lento y procesual: que el obispo, o un delegado, iniciara un acompañamiento con ese sacerdote casado, discerniera sus motivaciones y espiritualidad, conociera su situación familiar, la opinión de su mujer, etc. Sería bueno, incluso, que pasaran años desde su abandono del ministerio, y que su matrimonio estuviera asentado, etc., de modo que esta apertura no llevara a sacerdotes célibes a abandonar el ministerio sin un motivo grave, o que nos encontráramos con sacerdotes casados ejerciendo el ministerio, pero con una vida matrimonial pobre o rota. Creo, además, que sería bueno que ese sacerdote casado fuese total o prácticamente autónomo en su manutención, de modo que retomar el ministerio no fuese un modo de subsistir.

También sería bueno que, en su vuelta al ministerio, se le asignaran los trabajos más discretos o, mejor aún, más urgentes y misioneros (residencias de mayores, barrios marginales, zonas rurales, lugares de misión) como precaución frente a todo clericalismo y de modo que se purificara la intención de servir, de ser y estar ‘en salida’. Santo Padre, comparto todas estas cosas con humildad y de modo fraternal, nunca como un reclamo, menos aún como una crítica. Pero, al mismo tiempo, le pido de corazón y con todas mis fuerzas valentía para iniciar un proceso que permita el regreso al ministerio de los sacerdotes casados, que será sin duda un bien para el Pueblo de Dios y para el mundo. Abrir caminos Confío, con mucha paz y esperanza, en que, sea lo que sea, el Señor abrirá caminos para que, de un modo u otro, sirvamos a nuestros hermanos. Si no es posible por el momento lo que le pido, mi mujer y yo seguiremos buscando, como lo estamos haciendo ahora, servir a Dios con todo el corazón como el Señor nos vaya indicando.

Así se lo pedimos cada día en nuestra oración: “Guíanos, Señor, muéstranos tu voluntad”. Quiero terminar dándole las gracias de corazón por su escucha, pero, sobre todo, por su preciosa vocación, misión y servicio. Como le dije cara a cara en Roma hace unos años: “Nunca podremos agradecerle suficientemente lo que usted está haciendo por la Iglesia y por el mundo”. Que Dios le bendiga. Oramos, como siempre nos pide, por usted. Con un fuerte abrazo. Su hermano en la fe.

 Ignacio Puente

José María Lorenzo Amelibia   Si quieres escribirme hazlo a: josemarilorenzo092@gmail.com

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