Cincuenta años trabajando por la reintegración de los sacerdotes casados al ministerio y nada hemos conseguido. Veremos qué pasa ahora, después del Sínodo de la Amazonia.

Quienes hemos llegado ya a la gloriosa jubilación no hemos de inquietarnos por el hecho de que no hayamos conseguido nuestra pretensión: reintegrarnos en el ministerio público sacerdotal. Probablemente no lo lograremos en nuestra vida presente, pero no nos inquietamos. Nuestra fidelidad y buena disposición permanece y eso vale a los ojos de Dios.

Lo lamentamos, pero sin ira, sin frustración, sin enojo contra nadie. Lo sentimos porque pensamos que para el Reino de Dios hubiera sido de provecho y se hubiese podido paliar un poco la descristianización reinante. Pero confiamos en el Señor. No condenamos a quienes han mantenido en este orden de cosas a nuestra Iglesia. El Señor nos juzgará a todos con misericordia. Pienso que todos hemos querido acertar.

Lamentamos, eso sí, en algunos jerarcas la prepotencia, esa especie de conciencia de infalibilidad personal que tan sólo corresponde al Papa cuando habla ex cathedra. Lamentamos esos aires de superioridad que mantienen ciertos jerarcas, poco conscientes de que desempeñan una función, como pudiera haberla desempeñado otro hombre distinto de él. Son verdades evidentes pero que en ocasiones el uso del poder hace olvidar.

José María Lorenzo Amelibia                                         Si quieres escribirme hazlo a: josemarilorenzo092@gmail.com              Mi blog: https://www.religiondigital.org/secularizados-_mistica_y_obispos/  Puedes solicitar mi amistad en Facebook pidiendo mi nombre Josemari  Lorenzo Amelibia                                                                                  Mi cuenta en Twitter: @JosemariLorenz2