Cuidar la salud, sí pero...

Espiritualidad

 

Cuidar la salud, sí pero...

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Cuidan la salud

Vas a cuidar tu salud cuanto puedas. Puede ser para dar mucha gloria a Dios. Si El dispone darnos enfermedad, lo aceptaremos mientras seguimos buscando la salud. Vas a profundizar en estas circunstancias más y más en el amor de Dios, en El vivimos nos movemos y existimos. En su misericordia nos está enviando de continuo, avisos para intimar más con El. Esta vida es un paso. Merece la pena aprovechar al máximo los toques dados por Dios de continuo. Yo, cuando echo la mirada hacia atrás, me admiro y lleno de vergüenza viendo cómo con tanto que he recibido de Dios debiera ser santo, y me encuentro tan lejos de ello. Ojalá que a ti no te pase lo mismo.

Vamos a pedirle a Dios el don de fortaleza. Nos puede ayudar mucho cuando las cosas no nos salen a pedir de boca. También va a ser posible la oración en la enfermedad y cuando las cosas salen tan mal que alborotan el alma. Sí. También en los días de obsesión o tentación. Jesús en la cruz nos hace partícipes de su oración diferente. "Hágase tu voluntad...En tus manos encomiendo mi espíritu. Mientras mi voluntad esté unida a la de Dios, participamos de la gracia de la cruz. siempre habrá un gesto, una mirada, algo unitivo a El. Siempre nos queda la voluntad de seguirle y de poder amar.

Leía hace tiempo en algún autor de espiritualidad que la prueba de toque de la virtud es la enfermedad. Y es verdad. Los días de fiebre, de dolores, he caído en estado de postración. ¿Quién tendrá entonces fuerza para orar? Pero en esos momentos se descubre el valor de una persona. No se trata de quedar en éxtasis místico. ¿Qué hacía Jesús en la cruz, sino sufrir?

Vamos a pedirle ya desde ahora que nos ayude a llevar la cruz con total sentido de entrega a El. El nos la enviará cuando seamos capaces de llevarla. A estos fenómenos de decaimiento en la enfermedad se une la sequedad más tremenda. Sin ganas de nada. Sin sentir el más mínimo fervor. Sí; vendrá más tarde la resurrección, pero antes debemos sufrir la pasión. Vamos a aprovechar, a beber el cáliz reservado por el Señor según nuestra medida. La oración no debe ser sentida necesariamente para encerrar un gran valor. El Señor nos espera y se derrama en los momentos de dolor con más fuerza que en la emoción sensible.

José María Lorenzo Amelibia  

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