Han llegado los días de Navidad. El Padre nos ha dado a su Hijo como fuente de toda santidad. Se siente un algo indefinible en el alma cuando contemplamos en un belén la figura del Niño, verdadero manantial en el mundo de perfección, de santidad, de celo, de salvación, de esperanza...

Navidad

Toda una eternidad que estemos contemplándolo no será bastante para llegar a apreciar lo suficiente este gran regalo de Dios. Navidad ha de ser para nosotros tiempo de dar gracias. Y días de contemplar el Belén no por curiosidad o costumbre. Contemplar el Belén y que brote de nosotros una oración de amor a Jesús que se nos ha dado, una jaculatoria de agradecimiento o de petición.
Vivir todos los días esta realidad, esta esperanza maravillosa. Que nadie nos engañe con el consumo, con los regalos, con las buenas comidas, porque fácilmente nos distraemos de la verdadera alegría de nuestra Navidad.

Espiritualidad - Meditación

José María Lorenzo Amelibia                                        

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